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El dualismo proclama una polaridad entre dos entidades o fuerzas.
Dualismo es un término que se forma a partir de dos componentes: el adjetivo dual (que refiere a la combinación de dos realidades, materias o características diferentes) y el sufijo -ismo (usado para desarrollar sustantivos que aluden a un sistema, una doctrina, una cualidad o una condición, entre otras cuestiones). El concepto se emplea de distintas maneras en varios contextos.
En el terreno de la filosofía, el dualismo es una doctrina que atribuye la naturaleza y el nacimiento del universo a la intervención de dos esencias opuestas. Si nos centramos en la religión, el dualismo era una creencia antigua que atribuía a dos principios eternos y con independencia entre sí tanto la formación como el funcionamiento universal.
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Origen del dualismo
Las dicotomías están presentes desde el nacimiento de la filosofía: mente y materia, bien y mal, etc. Platón, en la Antigua Grecia, ya refería al dualismo de cuerpo y alma, por ejemplo. No obstante, se señala que el concepto fue creado por Thomas Hyde a comienzos del siglo XVIII.
Hyde aludió al dualismo con referencia al zoroastrismo. Luego otros pensadores también apelaron al término, como Pierre Bayle al estudiar el maniqueismo.
Christian Wolff, en tanto, refirió al dualismo cartesiano. En la obra de René Descartes, el ser humano aparece constituido por dos sustancias diferentes: res extensa (el cuerpo) y res cogitans (la mente). La tercera sustancia que reconoce Descartes en sus «Meditaciones metafísicas» corresponde a Dios.
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Para el dualismo hay una simetría en los principios que se contraponen.
El concepto en la ontología
La ontología es la rama de la metafísica que analiza las propiedades esenciales del ser y al ser en su conjunto. En este marco, se fija en los vínculos entre los entes. La metafísica, en tanto, es el área filosófica centrada en la realidad: sus principios, estructura, etc.
El dualismo ontológico, de este modo, aparece en muchos filósofos. Pitágoras oponía lo limitado a lo ilimitado y Anaxágoras distinguía entre el nous (la inteligencia) y el caos. Para Platón y el platonismo, por su parte, existían el mundo de las ideas (eterno) y el mundo material (temporal). Aristóteles separaba el bien y el mal y Descartes, como ya indicamos, la mente y la materia.
Los dualismos siguieron estando presentes en la filosofía. Los impulsores del espiritualismo, por ejemplo, apelaron a este tipo de ideas, contrarias a las postuladas por el monismo.
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El dualismo económico suele entenderse como la oposición entre mercado y Estado.
Tipos de dualismo
El dualismo puede aparecer en múltiples ámbitos. El dualismo filosófico suele expresarse a partir de la oposición entre cuerpo (materia) y mente (espíritu), una idea que también aparece en el dualismo antropológico. Esa división entre lo sensible y lo inteligible es, asimismo, la clave del llamado dualismo ontológico.
En el marco del dualismo ontológico, a su vez, es posible diferenciar entre el dualismo de propiedades (la diferenciación se da por las características propias de la materia y la mente), el dualismo de sustancias (considera que la materia y la mente son de naturaleza distinta) y el dualismo de predicados (sostiene que los predicados mentales no pueden reducirse a los predicados físicos).
El dualismo religioso, por su parte, se basa en la existencia de dos principios que se oponen, se necesitan entre sí y son eternos como constituyentes del universo. Si pensamos en el dualismo epistemológico, gira en torno a dos niveles del conocimiento: el conocimiento inteligible (fruto de la razón) y el conocimiento sensible (obtenido mediante la experiencia y los sentidos).
Incluso se habla del dualismo en arte y del dualismo en derecho, por mencionar otras posibilidades. Por eso puede afirmarse que los tipos de dualismo son numerosos.
La noción en la religión
El dualismo tiene una gran relevancia en la religión. La visión dual estaba presente en numerosos pueblos de la antigüedad, volcándose en distintas creencias y cultos.
Varios siglos antes de Cristo, el zoroastrismo se erigió sobre la contradicción entre la divinidad que representaba al bien (Ahura Mazda) y el espíritu del mal (Angra Mainyu). Ese enfrentamiento entre el bien (la luz) y el mal (la oscuridad) aparece en muchas doctrinas religiosas.
Es interesante señalar que el catolicismo se opuso (y se opone) al dualismo. Esto se debe a que, para los católicos, Dios es omnipotente, eterno y creador del universo: el mal, su contrapartida, no puede igualarlo ni limitarlo. La doctrina católica subraya, en esta línea, que todo lo existente fue creado por Dios, con lo cual es bueno. No hay, como indican el maniqueísmo y otros movimientos, dos sustancias infinitas e incompatibles, sino que Dios es único.
Cabe hacer mención a lo que sucede con el taoísmo. Esta tradición indica que en la totalidad de las cosas hay dos fuerzas que se oponen y, a la vez, se complementan: el yin y el yang. Si bien esto puede entenderse a priori como un dualismo, en realidad son dos caras de una misma realidad que no es dual.
Se debe tener en cuenta, en definitiva, que el dualismo contempla dos principios, fuerzas o entidades que son independientes, opuestas y equivalentes. El monismo, por el contrario, reduce la esencia de la realidad o los fenómenos a una única sustancia.