El vocablo griego oikoumenikós llegó al latín tardío como oecumenĭcus, que a su vez arribó a nuestro idioma como ecuménico. Este término se emplea para calificar a aquello que es universal o que abarca a todo el mundo.
Ecumenismo
La noción suele asociarse a aquello propio del ecumenismo, el movimiento que impulsa la unión de las Iglesias cristianas. El concilio ecuménico, en este marco, es la junta que reúne a los obispos de la totalidad de los Estados del cristianismo. La tendencia ecuménica apunta a la reunión del catolicismo, la Iglesia ortodoxa y el resto de las vertientes del cristianismo.
Debido a diversos cismas, el cristianismo se dividió en múltiples confesiones a lo largo de la historia. El movimiento ecuménico se propone recuperar la unidad, dejando de lado las diferencias en cuanto a las prácticas y las doctrinas de los diferentes grupos.
Movimiento ecuménico: orígenes
Podemos mencionar diversos hitos en la historia del ecumenismo, cuya primera etapa comenzó alrededor del año 1910, cuando tuvo lugar en Edimburgo la Conferencia Misionera Mundial. Ésta se considera el inicio del movimiento ecuménico, y dio lugar al surgimiento de Fe y Constitución, un movimiento ecuménico propuesto por Charles Henry Brent, un obispo estadounidense.
Cuatro años más tarde, el secretario de dicho movimiento, Richard Gardiner, invitó a Pietro Gasparri, un destacado diplomático del catolicismo. También entró en escena el papa Benedicto XV, quien apostaba firmemente por unificar la Iglesia. De hecho, en 1916, prometió indulgencia plenaria a cualquier persona, sin importar su origen, que rezara por esta causa usando una oración aprobada por el obispado de los Estados Unidos y con la bendición de Pío X.
Otra figura importante del movimiento ecuménico fue Nathan Söderblom, un Arzobispo luterano proveniente de Suecia, quien en 1918 invitó a diversos clérigos a dialogar acerca de la paz. Para tal fin celebró una reunión en la ciudad sueca de Upsala; nótese que Gasparri no aprobó del todo esta iniciativa. Al año siguiente, un grupo de obispos episcopalianos visitó varias iglesias europeas, y en Roma fueron atendidos por Benedicto XV, quien afirmó que para alcanzar la verdadera unidad debían volver a la Iglesia católica.
Söderblom escribió una carta abierta para proponer la realización de un Consejo ecuménico de las Iglesias. El catolicismo práctico celebró en 1920 la Conferencia «Vida y Acción», con invitados de la jerarquía ortodoxa. Con el objetivo de mantener el movimiento Fe y Constitución de 1910, surgió un Comité de Continuación en Ginebra, Suiza, el cual se reunió cinco años más tarde en Estocolmo.
El diálogo interreligioso
No hay que confundir el ecumenismo con el diálogo interreligioso. A diferencia del primero, el diálogo interreligioso busca un acercamiento y el trabajo conjunto entre distintas religiones (catolicismo, judaísmo, islam, etc.).
Dicho de otra manera, el objetivo del diálogo interreligioso no es la fusión de diferentes doctrinas que no sean coherentes en sus fundamentos, sino que sus representantes puedan entenderse entre sí para aceptarse mutuamente. Sus pilares son la cooperación, el trabajo conjunto con fines constructivos, y puede llevarse a cabo de forma individual o constitucional.
Global o integral
Es importante mencionar que, más allá de lo religioso, el concepto de ecuménico puede referirse a lo global o integral. Esta acepción, de hecho, aparece en la definición dada por la Real Academia Española (RAE) en su diccionario.
Por ejemplo: “Los Juegos Olímpicos constituyen un evento ecuménico que convoca a miles de personas de múltiples países y es seguido a través de la televisión y de Internet por personas en todos los continentes”, “La defensa de los derechos humanos requiere un esfuerzo ecuménico que trascienda las fronteras”, “Por sus descubrimientos, el científico peruano fue convocado a sumarse a la cita ecuménica que tendrá lugar en Suiza”.