La etimología de emblema nos lleva a emblēma, un vocablo de la lengua latina. Este término, por su parte, proviene del griego émblēma.
El concepto hace referencia al símbolo o la insignia que se constituye como una representación de otra cosa. En la antigüedad, un emblema era una imagen o una figura sin un significado claro pero que, en su parte inferior, presentaba un lema o una expresión que permitía descifrar y comprender su sentido moral.
Este tipo de emblemas surgieron en el siglo XVI, cuando el jurista italiano Andrea Alciato creó una serie de epigramas con un título cada uno. El impresor pensó que sería conveniente agregar ilustraciones y de esta manera añadió una imagen a cada epigrama. El libro, publicado como «Emblemas», fue presentando en 1531.
Los emblemas constan de una figura (pintada, grabada o bordada), un título (a modo de sentencia algo críptica) y una explicación (textos o versos que especifican el sentido de la obra).
Veamos a continuación los componentes básicos de un emblema clásico más en profundidad: una figura, un título y un texto explicativo. La figura es quizás el elemento que más sobresale, dado que no requiere de ningún conocimiento previo para apreciarla, aunque más no sea de manera superficial. Lo normal es que se grabe con técnicas tales como la calcografía o la xilografía, pero también se puede pintar o bordar.
Por lo general, la imagen se crea con la intención de transmitir un mensaje de tipo moral, aunque su significado no suele ser fácil de entender hasta que se complementa con el texto. Ambas partes son indispensables para la correcta comprensión del mensaje, y es gracias al impacto que consigue esta peculiar combinación que se vuelve más fácil memorizarlo.
Curiosamente, en la literatura referente a la historia del arte, especialmente en España, no suelen aparecer las imágenes de los emblemas; esto puede deberse a que los autores hayan querido que cada lector las construyese en su mente, o bien a cuestiones relacionadas con las dificultades que acarreaban los grabados en los libros del pasado.
Normalmente, el título es una agudeza o sentencia, relativamente críptica, que suele estar en latín y ofrece al observador un indicio para entender la imagen. Su ubicación podía ser encima o dentro de esta última, pero casi nunca debajo. Si bien algunos son originales, la mayoría proviene de sentencias clásicas.
Por último se encuentra el texto explicativo, que relaciona el sentido de los dos elementos anteriores. Por lo general se escribe en verso, en latín o en lengua vernácula, dependiendo de la persona a la cual se destinase el emblema. Su estructura consta de una descripción de la imagen que se complementa con el mensaje moral que encierra. Frecuentemente y sobre todo en España, podemos ver una glosa luego del epigrama, una nota escrita en prosa que nos ayuda a entender aún más el significado del grabado.
Actualmente, la idea de emblema se utiliza para aludir a aquel o aquello que funciona como símbolo de algo. Puede decirse, en este marco, que Lionel Messi es un emblema del FC Barcelona y del seleccionado argentino de fútbol, ya que se trata de la figura principal y del goleador de ambos equipos. Messi es el máximo representante tanto del conjunto español como de la selección sudamericana.
La Torre Eiffel, por otro lado, es el principal emblema de París. Esto quiere decir que el monumento es una imagen muy representativa de la capital francesa: cuando alguien ve una fotografía de la Torre Eiffel, enseguida piensa en París; a su vez, al hablar de íconos de la ciudad gala, la mencionada torre no tarda en hacerse presente.