Según su etimología, la palabra epígrafe procede de un vocablo del latín medieval que a su vez pasó al griego con posterioridad hasta adoptar la forma con la que hoy la conocemos. De acuerdo con el contexto, el término puede adquirir diversos usos. Aquí te presentamos algunos de ellos.
En el diccionario de la RAE se define como un resumen, sentencia o cita que precede los capítulos de una obra, que puede tratarse de un ensayo, texto literario o discurso de otro tipo; cabe señalar que, en las obras divididas en capítulos, es habitual que se incluyan epígrafes antes de cada una de las partes. Asimismo, puede denominarse de este modo una inscripción tallada en piedra o sobre un metal fundido.
Características de un epígrafe
Cuando se utiliza en un texto, un epígrafe (cuyo plural es epígrafes), sirve para ilustrar, aclarar o sintetizar las ideas principales que van a desarrollarse en detalle a lo largo del mismo; de este modo, el lector puede intuir si la obra será de su interés o no. La costumbre de incluir este tipo de anotaciones comenzó a popularizarse en el siglo XVI y desde entonces siempre se mantuvo dada su gran utilidad.
Si bien suelen ser más comunes en textos de índole científica, también pueden aparecer en escritos de otros géneros. Lord Byron, Jean Paul Sartre, Edgar Allan Poe y Walter Scott son algunos de los escritores que han incluido epígrafes en sus obras. En este caso, suelen ser frases de otros autores que sirven para entender el carácter de la obra que se tiene en las manos. Simplemente a modo de ejemplo podríamos mencionar el epígrafe que incluyó el estadounidense Ray Bradbury en su obra «Fahrenheit 451»: «Si te dan un papel pautado, escribe por detrás». La frase pertenece al poemario «Eternidades» del poeta andaluz Juan Ramón Jiménez.
Pie de foto y volanta
El término epígrafe, dada la amplitud de su significado, puede utilizarse para aludir a diversos tipos de aclaración. Así, dependiendo del contexto su sentido puede variar. En el ámbito del periodismo se le llama así al pie de foto, donde puede consistir en una leyenda (texto muy breve que acompaña una fotografía y que se utiliza para aportar más información sobre lo que ésta representa) o simplemente para especificar el nombre de quien tiene los derechos legales sobre dicha imagen.
También un texto breve ubicado encima del título de un artículo puede denominarse epígrafe. En este caso, el objetivo de esta mínima frase es despertar la curiosidad en el lector. En ocasiones, estos enunciados son denominados volantas o encabezamientos.
Cómo crear un buen epígrafe
A la hora de pensar un buen epígrafe debe tenerse en cuenta que el objetivo principal de estas sentencias es generar interés y enganchar al lector, de modo que decida continuar leyendo el resto de la obra.
En un libro literario y si el objetivo es iluminar un trabajo con frases de otros autores, el empeño debería concentrarse en dar con una cita concisa que se encuentre estrechamente vinculada al tema central de la obra o del capítulo que vaya a acompañar.
En el caso de los textos periodísticos, debemos trabajar por elaborar una síntesis atractiva que sirva como introducción, y que le demuestre al lector que lo que va a leer a continuación es exactamente lo que necesita saber acerca de un tema dado. Es decir, que la información que estamos a punto de ofrecerle puede cambiarle la vida en algún sentido.
En un pie de foto, el epígrafe debe ser bien corto y la idea no es que permita entender nuestra destreza en el uso del lenguaje sino que ayude al lector a entender qué es lo que está viendo. Por esta razón, nuestro objetivo debería ser elaborar una frase muy corta que otorgue una información precisa sobre la imagen. Una buena forma de saber si lo hemos hecho correctamente es pensar en la leyenda de forma independiente; si al leerla puede intuirse lo que presenta la imagen, significa que hemos hecho un buen trabajo.