En el italiano es donde se encuentra el origen etimológico del término esbirro, concretamente procede de “sbirro”, que se utilizaba para hacer mención a un agente con cierto poder. No obstante, no hay que olvidar que, por su parte, dicha palabra deriva del latín, exactamente de “birrus”.
La primera acepción del término esbirro refiere a la denominación que, en la antigüedad, se le daba a un oficial inferior de justicia. Un esbirro también era quien tenía la función de capturar o atrapar a las personas.
En la actualidad, el concepto tiene un uso despectivo. Se llama esbirro a quien se encarga de cumplir las instrucciones que dicta una autoridad, sobre todo si dicho cumplimiento requiere del uso de mecanismos violentos. Por ejemplo: “El dictador envió a sus esbirros a desarticular la manifestación opositora”, “¿No te avergüenza ser el esbirro del jefe? Deberías tener un poco de dignidad y apoyar a tus compañeros de trabajo”, “Se presenta como analista político pero no es más que un esbirro del poder de turno”.
Con ese significado, son sinónimos de esbirro desde sicario hasta secuaz pasando por seguidor, verdugo, paniaguado y partidario. Por el contrario, entre los antónimos nos encontramos con contrario o incluso con enemigo.
Los esbirros, en este marco, son sujetos que actúan como cómplices o secuaces de alguien poderoso por interés o por dinero. No defienden una postura propia, sino que su accionar obedece a las órdenes que reciben de un sujeto que se ubica en un sitio superior de la escala jerárquica.
Supongamos que un periodista realiza una serie de informes con acusaciones a un diputado oficialista. Este dirigente político no solo desmiente los dichos del hombre de prensa, sino que además lo acusa de ser un esbirro del dueño del canal: un empresario que está enfrentado al gobierno por un conflicto derivado de una serie de licitaciones. El diputado, al calificar al periodista de esbirro, lo minimiza y le quita relevancia a su trabajo.
Dentro del ámbito cultural nos encontramos con distintas obras que han utilizado el término que nos ocupa para darle forma a sus títulos. Este sería el caso, por ejemplo, de la novela “El esbirro” del escritor Sergei Kourdakov, que fue publicada en 2018 y que gira en torno a la vida de un joven que se ha criado entre orfanatos y escuelas bolcheviques.
Su valentía e inteligencia le convierten no solo en Jefe de la Liga Comunista Juvenil sino también en miembro de una división especial de policía que tiene como misión el perseguir de forma contundente a los cristianos clandestinos. Y es que el comunismo los considera no solo enemigos sino también personas peligrosas.
De la misma manera, no podemos pasar por alto la existencia de un juego de mesa de origen español que lleva por título Esbirros. Para jóvenes de entre 14 a 18 años está recomendado aquel, que cuenta con temática medieval, y que lleva a los participantes a tener que sacrificar a los esbirros para lograr convertirse en el hombre de confianza del rey.