El vocablo griego skoliós, que se puede traducir como «retorcido», se convirtió en skolíōsis y llegó al latín científico como scoliosis. En nuestra lengua, la idea derivó en escoliosis, un concepto empleado en la medicina para aludir a la desviación lateral de la columna vertebral.
Para comprender qué es la escoliosis, por lo tanto, primero tenemos que saber qué es la columna vertebral. Así se denomina al eje del esqueleto de los seres vertebrados. La columna está formada por las vértebras, que son huesos cortos alineados y articulados entre sí.
Cuando la columna vertebral registra una curvatura en forma de C o de S, se habla de escoliosis. Este trastorno puede vincularse a un problema neuromuscular (como un síntoma de otra enfermedad), ser congénito (provocado por una anomalía que se produce antes del nacimiento) o resultar idiopático (su causa no puede determinarse).
Al alcanzar la madurez esquelética, los riesgos de sufrir una escoliosis severa se reducen. En cambio, cuando el paciente todavía no ha alcanzado dicho punto en su desarrollo, la progresión de la escoliosis puede continuar, agravándose los efectos.
Dado que la curvatura de la columna vertebral puede observarse sin ayuda de instrumentos o dispositivos médicos, es importante que los padres controlen esta parte fundamental de sus hijos durante los primeros años de desarrollo. Basta con pedirles que se inclinen hacia adelante, de manera que los huesos sobresalgan y sea fácil entender su dirección, y luego pasar un dedo a lo largo de toda su extensión.
Otro de los signos de escoliosis es la falta de uniformidad en la altura de los hombros. Dado que es tan importante detectar este problema a tiempo, en muchas escuelas primarias se lleva a cabo un control específico en los alumnos de diez y once años. Asimismo, los pediatras suelen revisar la espalda de sus pacientes como parte de su rutina en cada visita, aunque la escoliosis no sea el tema principal de la consulta.
Para evidenciar los defectos en la curvatura de la columna vertebral tan característicos de la escoliosis, el médico suele pedirle al paciente que se incline hacia el frente y que toque los dedos de sus pies con las manos, pero también que se pare en diferentes posiciones. Si tiene sospechas y no puede comprobar el caso mediante la observación, es probable que recomiende la realización de una radiografía.
El tratamiento varía de acuerdo a las características de la desviación y del paciente. En el caso de un curvatura leve, por lo general el médico se encarga de realizar observaciones y controles periódicos. Si la escoliosis avanza o es moderada, se puede recurrir al uso de un corsé. Los cuadros de mayor gravedad, en cambio, pueden necesitar de una intervención quirúrgica para fusionar huesos o instalar un implante metálico.
En cuanto a la fisioterapia y al ejercicio físico, pese a que no existe una demostración científica de los efectos concretos sobre la escoliosis, resultan beneficiosos para conservar la fortaleza de los huesos y mejorar el estado en general.
Muchas personas tienen escoliosis y nunca se enteran, ya que normalmente los casos leves no generan dolores ni otros trastornos. Del otro extremo se ubican los casos graves, que a veces entorpecen el funcionamiento del corazón y los pulmones.
En el caso de las mujeres embarazadas, se suma la complicación de cargar al niño, tanto durante la gestación como luego del parto. La situación puede ser especialmente preocupante si los hijos nacen con un peso considerable. Si bien existen muchos accesorios que ayudan a las madres a reducir sus esfuerzos, ninguno de ellos las protege al cien por ciento, por lo cual los tratamientos contra la escoliosis no pueden ofrecer una total efectividad.