La noción de experticia se emplea para aludir a la combinación de experiencia y pericia. Quien tiene experticia en una materia, por lo tanto, cuenta con conocimientos derivados de una práctica extendida en el tiempo y con habilidad para el desarrollo de determinadas acciones.
Dos acepciones
Es interesante señalar que el diccionario de la Real Academia Española (RAE) reconoce otro significado de experticia: se trata de un localismo que se utiliza en Venezuela para referirse a una prueba pericial. La Asociación de Academias de la Lengua Española, en cambio, sí incluye en su Diccionario de americanismos la acepción de experticia como la cualidad que surge a partir de la reunión del saber acumulado y la destreza.
Este uso de experticia, el más usual, procede del inglés expertise. A nivel general, puede decirse que un especialista que acumula muchos años de trabajo o actividad tiene experticia en su campo. El término anglosajón aparece en muchos medios de comunicación de nuestra lengua, pero la Fundación del Español Urgente (Fundéu) desaconseja su uso, priorizando alternativas como experiencia, pericia y experticia.
Situaciones de ejemplo
Supongamos que un actor con más de treinta años de carrera profesional ha interpretado a villanos en veinticinco películas. Con esta trayectoria, puede afirmarse que dispone de experticia para asumir roles de personajes malvados. Por el contrario, si nunca participó de una comedia, podría indicarse que carece de experticia en dicho género cinematográfico.
Por otra parte, un periodista deportivo que estuvo presente en cuatro Juegos Olímpicos, realizando crónicas de las competencias y entrevistando a los protagonistas, dispone de experticia en la cobertura de esta clase de eventos. Se espera, pues, que pueda desenvolverse con eficiencia en cada nueva Olimpiada debido a que conoce su organización y sus características.
Relación jerárquica con «experiencia»
Como ocurre con otros términos que incluyen en su significado más de un concepto, al hablar de experticia no podemos dejar de pensar en experiencia, así como de destreza. Pero estos últimos dos pueden dar lugar a interpretaciones diferentes, ya que la destreza puede venir de forma natural, a través de un talento innato, pero lo mismo no ocurre con la experiencia: ésta solamente se acumula con la repetición de una o más actividades en un plazo prolongado, que no suele durar horas ni días, sino más bien años.
Por lo tanto, podríamos afirmar que no puede existir la experticia sin la experiencia, aunque sí la situación contraria. Retomando el ejemplo del actor con una gran experiencia encarnando papeles antagónicos, dado que su trabajo ha sido elogiado por la crítica, también podemos decir que cuenta con una especial destreza, de manera que es correcto decir que tiene una probada experticia en el ámbito. Valiéndonos de la jerarquía recién expresada, es también verdadero que cuenta con una gran experiencia haciendo de villano. Sin embargo, si la opinión acerca de su talento fuera poco favorable o negativa, solamente contaría con la experiencia, pero no con la experticia.
El ejemplo del periodista deportivo nos presenta otra dupla de términos que exhiben una jerarquía similar, ya que uno de ellos incluye al otro en su definición: se trata de eficacia y eficiencia. De acuerdo con el diccionario de la Real Academia Española, vemos que el primero se define como la «capacidad de conseguir el efecto deseado o esperado», mientras que el segundo completa esta idea agregando que el uso de recursos para dicho fin es «el mínimo posible». De esta manera, podemos concluir que una persona eficaz en la cocina, por ejemplo, es capaz de elaborar los platos que desea, mientras que una eficiente lo hace en menos tiempo y con un gasto enérgico también menor. Alguien ineficiente no siempre es ineficaz, pero al revés sí se anulan ambas cualidades.