Con origen etimológico en el latín ferus, fiera es un término que suele hacer referencia a un animal salvaje. Las fieras, en este sentido, son animales de especies que no han sido domesticadas. Por ejemplo: “No se alejen del sendero: este bosque está lleno de fieras”, “La fiera atacó al niño, causándole heridas de gravedad”, “El guía nos explicó que las fieras de la selva tratan de ocultarse cuando se acercan los seres humanos”.
La idea también se vincula a la agresividad o al enojo: “Pablo está hecho una fiera desde que se enteró de que tendrá que trabajar durante los fines de semana”, “Cuando la policía intentó llevarse a su hijo, la mujer se puso como una fiera”.
Otro uso de la noción alude a un individuo brutal o cruel: “Esta fiera no dejó de golpear al niño hasta que le quitó la vida”, “Una fiera semejante debería pasar el resto de su vida en la prisión”, “A los guardias de seguridad les costó dominar a la fiera que atacó a palazos a tres personas porque llevaban la camiseta de una selección extranjera”.
Es importante mencionar que en ciertos contextos, sobre todo en el deporte, fiera se usa como una calificación positiva, ya que se relaciona el concepto con la intensidad, el coraje y el ímpetu: “El tenista argentino fue una fiera y logró ganar luego de reponerse de cinco match points en contra”, “El delantero chileno estuvo hecho una fiera y anotó tres goles en veinte minutos”, “¡Bien, fiera! Sigue así”.
Fiero, por último, puede hacer mención a la fealdad: “No entiendo cómo una muchacha tan bella se casó con un hombre tan fiero”, “De chiquita era fiera, pero con los años se puso más linda”.
La Casa de Fieras
En el Parque del Buen Retiro, generalmente conocido como El Retiro, ubicado en Madrid, se encuentra la Casa de Fieras, un antiguo parque zoológico que en la actualidad se denomina Jardines del Arquitecto Herrero Palacios.
Madrid tuvo su primer zoológico a finales del siglo XVIII, a raíz de que Carlos III mandase crear un parque de animales donde hoy en día se encuentra la Cuesta de Moyano, en una porción del palacio del Buen Retiro, específicamente de sus jardines. Esta construcción estaba pensada a modo de complemento del Museo de Ciencias Naturales, que deseaba erigir en el actual Museo del Prado, próximo al Jardín Botánico.
Cabe mencionar que se trataba del segundo zoológico de todo el continente europeo, tan sólo precedido por el de Viena. Es importante señalar que estos espacios se creaban para estudiar a los animales con fines científicos, y también para la celebración de luchas entre toros, tigres y leones, por ejemplo. Aunque cueste creerlo, estos atroces enfrentamientos se llevaban a cabo para recibir a invitados de honor de otros países o incluso para celebrar fiestas tales como bautismos.
A lo largo del siglo XVIII, los animales de la Casa de Fieras llegaban principalmente de Hispanoamérica, desde donde los gobernadores y virreyes de la colonia los enviaban; entre las especies más destacadas se encuentran los tucanes, los guacamayos, los pumas, los ocelotes, los caimanes, las serpientes y los simios. También cuenta la historia que el gobernador de Filipinas obsequió al zoológico un elefante, al que hicieron ir caminando desde Cádiz hasta Madrid.
Casi a principios del siglo XIX, las instalaciones se mudaron a la esquina del parque que se encuentra próxima a la Puerta de Alcalá. Los animales considerados más peligrosos se mantenían encerrados en las jaulas que formaban parte de la denominada «Leonera». A causa de la invasión francesa, muchos animales murieron y la Casa de Fieras atravesó su peor momento.