Flacidez es la condición de flácido: flojo, carente de fortaleza o solidez. La Real Academia Española (RAE), en su diccionario, indica que el término también puede mencionarse como flaccidez.
Disminución del tono muscular
La flacidez o flaccidez se asocia a la debilidad de los músculos o, más precisamente, a la disminución del tono muscular, una particularidad que a nivel médico se menciona como hipotonía.
El tono muscular es la contracción pasiva, continua y parcial de los músculos, que se mantiene incluso en reposo. La hipotonía o flacidez aparece cuando dicho tono se reduce, lo cual puede producir problemas para conservar la postura.
Es importante tener en cuenta que el tono muscular no solo depende de los músculos, sino también de los nervios, la médula espinal y el cerebro. Por eso la flacidez puede tener su origen en diversos trastornos, como una infección o un daño cerebral.
Estética
La flacidez también puede ser un problema estético, a diferencia de una patología grave. En este caso, se trata de aquello que ocurre cuando la piel, ante la disminución de la cantidad de proteínas como la elastina y el colágeno, pierde firmeza y elasticidad.
Esta clase de flacidez suele notarse en el sector interno de las extremidades, en los muslos, en el abdomen y en los glúteos. El paso de los años siempre produce flacidez, aunque existen otras causas que pueden intensificar el proceso, como la falta de actividad física, una alimentación deficiente, el exceso de exposición a los rayos del sol y los desequilibrios hormonales.
Consejos para tratar la flacidez
A continuación veremos algunos consejos para tratar la flacidez:
- ejercicio regular: incorporar una rutina que incluya entrenamiento de resistencia y ejercicios de tonificación muscular puede ayudar a fortalecer los músculos y mejorar la apariencia de la piel. El levantamiento de pesas, el entrenamiento de intervalos y el yoga pueden ser beneficiosos;
- dieta equilibrada: consumir alimentos ricos en proteínas magras, frutas, verduras y grasas saludables puede ayudar a cuidar la piel y los músculos. Las proteínas son especialmente importantes para la regeneración y reparación de los tejidos;
- hidratación: beber suficiente agua es fundamental para mantener la piel hidratada y saludable, algo que también puede ayudar a mejorar la elasticidad de la piel;
- cuidado de la piel: utilizar productos que contengan ingredientes como retinoides, vitamina C y colágeno puede ayudar a mejorar la firmeza y elasticidad de la piel;
- masajes y exfoliación: hacerlo de forma regular puede mejorar la circulación sanguínea y estimular la producción de colágeno, lo que puede repercutir positivamente en la apariencia de la piel;
- evitar cambios de peso drásticos: subir o bajar de peso repentinamente puede contribuir a la flacidez. Por ello es importante mantener una cierta estabilidad, dentro del rango saludable según la estatura y la edad;
- cremas reafirmantes: los productos de este tipo pueden proporcionar temporalmente una apariencia más firme a la piel. Cremas y lociones con ingredientes como colágeno, elastina, ácido hialurónico y péptidos;
- tratamientos profesionales: si la flacidez es significativa, se recomienda consultar a un dermatólogo o especialista en medicina estética. Algunos tratamientos como la radiofrecuencia, el láser y los procedimientos de lifting no quirúrgico pueden ser opciones para combatir este problema;
- protección solar: la exposición excesiva al sol puede dañar la elasticidad de la piel. Se aconseja utilizar protector solar diariamente para prevenir el daño causado por los rayos UV.
La mejora de la flacidez lleva tiempo y persistencia. Los resultados no suelen ser rápidos, pero con un enfoque constante en el cuidado adecuado, es posible alcanzar mejoras en la apariencia de la piel. Dado que cada persona es única, es posible que algunos enfoques funcionen mejor para unas que otras. Para tratamientos más intensivos, es recomendable buscar la orientación de profesionales de la salud y la belleza antes de tomar decisiones.