Fósforo proviene del latín phosphŏrus, a su vez derivado del griego phōsphóros (que se traduce como “portador de luz”). El fósforo es el elemento químico cuyo símbolo es P y su número atómico, 15.
Con una amplia presencia en la corteza del planeta Tierra, el fósforo tiene una gran importancia en el plano de la biología, ya que esta sustancia forma parte de los tejidos, los dientes y los huesos: por eso se lo considera como un elemento químico esencial. Además, a nivel industrial, se emplea para la elaboración de múltiples productos.
Entre las características del fósforo, puede mencionarse que se trata de un no metal que en estado puro es incoloro. Al entrar en contacto con el oxígeno de la atmósfera, se oxida y emite luz por un fenómeno de fosforescencia.
Es importante mencionar que, más allá de su abundancia, no se lo halla nativo en el entorno natural por su gran reactividad. Por eso el fósforo solo se encuentra como parte de diversos minerales.
El fósforo blanco, el fósforo negro y el fósforo rojo son algunos de los alótropos más comunes del fósforo. Cabe recordar que la alotropía es la propiedad de determinados elementos de químicos de presentar diferentes características moleculares o físicas.
En el ambiente, el fósforo solemos hallarlo en forma de fosfato. Esta es una serie de sustancias de gran importancia para nuestro cuerpo, ya que se encuentran en el contenido del ADN y colaboran en la distribución de energía. Por lo general, los fosfatos aparecen en las plantas; en el ámbito de la agricultura, se practica el uso de estas sustancias por medio del abono para potenciar su presencia en los productos vegetales.
Por otro lado, también se incluye de forma artificial en alimentos de origen animal, como ser quesos, carnes y salsas. Cabe señalar que un exceso de fósforo puede ocasionar trastornos de salud, como ser osteoporosis y problemas en los riñones. No obstante, el otro extremo también es perjudicial para nosotros; una disminución anómala de fósforo puede tener lugar a causa del uso desmedido de ciertos medicamentos.
En su estado puro, el color del fósforo es blanco, y ésta es su forma conocida más peligrosa para nuestro organismo. La razón es que se trata de un veneno muy potente, que puede ocasionarnos la muerte si nos exponemos a él. De hecho, se utiliza en la elaboración de veneno para ratas; si una persona ingiere una pequeña cantidad de este producto puede sufrir un fuerte malestar estomacal, náuseas y desmayos antes de perder la vida. Tras su contacto con la piel, puede causar lesiones de variada gravedad.
El fósforo se emplea en la producción de detergentes, fertilizantes y pirotecnia, por ejemplo. De todos modos, su uso más frecuente aparece en la fabricación de un utensilio conocido, justamente, como fósforo, cerillo o cerilla. Un fósforo, en este sentido, se compone de una varilla de madera cuyo extremo presenta una cabeza recubierta por una sustancia inflamable. Cuando se frota la cabeza del fósforo contra un cierto material, el calor que genera la fricción hace que se produzca fuego.
En el habla cotidiana, es común oír esta palabra mal pronunciada, con la omisión de su primera S: mucha gente tiende a decir «fóforo». Esto depende en gran medida del acento de cada región, aunque en algunos casos también influye el nivel de educación. A pesar de que en España, México, Nicaragua, Chile y Argentina, entre otros países, hablemos el mismo idioma, la variedad de acentos que existe entre ellos y dentro de cada uno de ellos es considerable, y esto provoca que un mismo término se reproduzca de muchas maneras diferentes.