Un gravamen es una carga (una obligación, impuesto o tributo que se aplica a un inmueble, a un caudal o a un bien y al uso que se hace de estos). Se conoce como tipo de gravamen a la tasa que se aplica a la base imponible y que supone la cuota tributaria. Esta tasa puede ser fija o variable y se expresa a través de un porcentaje.
La aplicación específica del término, que proviene del latín gravāmen, depende de la rama del derecho en cuestión. Gravamen puede tener distintos significados según se trate de una materia civil, fiscal, mercantil o de otro campo.
Puede decirse, en general, que el gravamen es un impuesto que grava los ingresos o las utilidades. Se trata de una carga que se impone a la persona o a un bien. El impuesto a la renta, en este sentido, es un gravamen.
Gravamen en España
En el caso de España, por ejemplo, podemos establecer que existen dos grandes grupos a la hora de poder clasificar los gravámenes. En primer lugar, estaría el gravamen general que establece el 30% sobre el Impuesto de Sociedades y en segundo lugar estarían los gravámenes especiales.
En la última citada categoría nos toparíamos con ocho tipos diferentes que van referidos a distintas áreas y sectores. Así, por ejemplo, nos encontramos con el hecho de que se establece un 0% para los fondos de pensiones, un tipo del 1% para las sociedades de inversión inmobiliaria o para el fondo de regulación de carácter público referente al sector inmobiliario, o un tipo del 10% para lo que son las entidades sin fines lucrativos así como de incentivos fiscales a lo que es el mecenazgo.
El 20% para las sociedades cooperativas protegidas, el tipo del 25% para los colegios profesionales o confederaciones de cooperativas y el tipo del 35% de gravamen para las entidades encargadas de almacenamientos subterráneos de hidrocarburos son otras de las modalidades de gravamen que existen actualmente en España.
Pero no son los únicos. De la misma manera hay que subrayar que existen tipos de gravamen reducidos para lo que es el caso del mantenimiento o creación de empleo así como para lo que se refiere a incentivar a las empresas de reducidas dimensiones. No obstante, no hay que pasar por alto el hecho de que el gobierno puede llevar a cabo los cambios que considere oportunos en materia de gravamen.
Impuesto a los coches de lujo
Un gobierno puede establecer, por ejemplo, un gravamen a los coches de lujo con una tasa del 20%. Lo primero que hay que determinar es qué se entiende por coche de lujo (podrían ser los coches cuyo valor de mercado supera los 100.000 dólares). Si a un coche que cuesta 150.000 dólares se le aplica un gravamen del 20%, el consumidor deberá pagar 180.000 dólares. De ese total, 30.000 dólares se destinarán a las arcas del Estado.
Como cualquier tipo de impuesto, estos gravámenes no requieren de una contraprestación directa por parte de quien lo exige (en nuestro ejemplo, el Estado). Su función es financiar los gastos del acreedor.