Heterosexual es aquello perteneciente o relativo a la heterosexualidad. Este término hace referencia a la relación erótica entre individuos de diferente sexo. La heterosexualidad, por lo tanto, es lo contrario a la homosexualidad (relaciones eróticas entre individuos de un mismo sexo) y se diferencia de la bisexualidad (relaciones eróticas con individuos de ambos sexos).
La heterosexualidad es una orientación sexual caracterizada por el deseo y la atracción hacia personas del sexo opuesto. Un hombre heterosexual se siente atraído por las mujeres, mientras que una mujer heterosexual siente atracción por los hombres.
Heterosexualidad, biología y sociedad
Existe un amplio debate sobre la condición genética o social de la orientación sexual. Hay quienes creen que los individuos nacen heterosexuales u homosexuales y que su deseo obedece a un patrón genético. Otras personas sostienen que la inclinación sexual es producto de la libre elección del individuo.
En el caso de los seres humano, la reproducción sólo es posible mediante relaciones heterosexuales (a diferencia de otras especies cuyos individuos son hermafroditas). La subsistencia humana, por lo tanto, requiere de la heterosexualidad y es el principal argumento de quienes hablan de la antinaturalidad de la homosexualidad. La lógica indica que si todos los humanos fueran homosexuales, no se producirían las relaciones sexuales necesarias para que la especie se reproduzca.
Se conoce como heteroaliados a los sujetos que, si bien son heterosexuales, defienden los derechos civiles de los homosexuales y promueven la igualdad de género.
Cabe destacar que la noción de heterosexual también queda delimitada por qué es lo que se considera como acto sexual. De hecho, existen muchas personas que juzgan la sexualidad simplemente basados en la relación que tengan en un determinado momento, escapando a etiquetas que los acompañen de forma perpetua; por ejemplo, un individuo que se niega a ser catalogado como bisexual, dice ser homosexual si se encuentra en pareja con alguien de su mismo género, y heterosexual en el caso contrario.
Más allá de las relaciones sexuales
Fuera de las relaciones íntimas, hay numerosos rasgos de la personalidad que se asocian con la heterosexualidad y se utilizan, erróneamente, como pruebas para descartar la homosexualidad de una persona. Por ejemplo, la forma de caminar de un hombre heterosexual debe mostrar una cierta rigidez y debe parecer que sus hombros tiran el resto del cuerpo hacia adelante, evitando el balanceo de la cintura y manteniendo los brazos caídos y sin realizar ningún tipo de movimiento suave; para la mujer heterosexual, lo esperable por la sociedad es prácticamente opuesto: un movimiento impulsado por la cintura, realizando sutiles y suaves balanceos y con la libertad de utilizar sus brazos y su cabeza para agregar sensualidad a su andar.
¿Qué ocurre si esto no se respeta, o bien, si se escoge libremente la manera de mover el propio cuerpo al caminar? Se deduce de forma casi automática que se trata de individuos homosexuales, generalmente en un tono despectivo o con un deje de pena, como si se tratara de una enfermedad. El hombre que no presenta el comportamiento que la sociedad espera de él es considerado «menos hombre», mientras que las mujeres son tildadas de «masculinas».
Algunos activistas luchan por promover la apertura mental del mundo, por conseguir que se acepte la diversidad sexual; y, a pesar de los modestos cambios que se han visto en los últimos años, nadie ha logrado que los padres hablen abiertamente de la posibilidad (inevitable, por cierto) de que sus hijos descubran algún día su homosexualidad. No es común que una madre asuma que su niño recién nacido no necesariamente será heterosexual y que ese aspecto de su personalidad aflorará en un futuro, independientemente de los juguetes que reciba y del color de la ropa que se le compre.