El recorrido etimológico de idolatría se inicia en el vocablo griego eidōlolatreía, que llegó al latín como idololatrīa y luego, a través de una haplología, se convirtió en idolatrīa. El concepto se emplea para aludir a la veneración que se realiza a los ídolos.
Un ídolo, por otra parte, es la representación de una divinidad que se toma como objeto de culto o un individuo que genera una gran admiración y fervor. La idolatría, de este modo, es la reverencia hacia estas figuras o personas.
Por ejemplo: «Antes de viajar a la India, compré un libro centrado en la idolatría hindú para aprender más sobre su religión y cultura», «La idolatría hacia el tenista español creció a partir de su consagración en Wimbledon», «El actor afirmó que no disfruta la idolatría ya que, cada vez que sale a pasear con sus hijos, no puede estar tranquilo».
La idolatría hacia las personas famosas está presente en todos los ámbitos: tanto los actores como los cantantes y los deportistas, sin dejar de lado las empresas multinacionales pueden gozar de un grado de admiración descomunal por parte de sus fanáticos.
En las religiones abrahámicas, como el islam, el judaísmo y el catolicismo, la idolatría se encuentra prohibida. Sin embargo, la propia definición de idolatría varía de acuerdo al culto o a la doctrina.
Mientras que algunas religiones rechazan el uso de imágenes en representación de las deidades ya que lo consideran como una forma de idolatría, otras aceptan ciertas representaciones.
En el paganismo, en cambio, la idolatría era habitual: los antiguos paganos veneraban a objetos materiales. Actualmente hay pensadores que aluden a la existencia de un paganismo moderno en aquellas personas que desarrollan una especie de idolatría hacia el dinero y los dispositivos tecnológicos, por citar dos elementos que despiertan pasión y crean dependencia.
Retomando el caso del judaísmo, la prohibición de la idolatría se encuentra definida expresamente en la propia Torá, el texto en el cual se halla el patrimonio que le da al pueblo judío su identidad y las leyes que deben seguir para mantenerse en el camino correcto. Es importante señalar que este pecado forma parte de un grupo que también incluye el asesinato, el incesto y la ira, ninguno de los cuales puede ser justificado, ni siquiera si de ellos dependiera la propia vida.
A pesar de lo dicho en el párrafo anterior, en la Biblia se expresa que la idolatría continuó presente en el antiguo Israel, como puede apreciarse en ejemplos como el culto a Moloch, Astarot, Baal y a los astros, además de la prostitución sagrada. Con respecto a la postura de los rabinos, incluso el contacto con las personas idólatras está prohibida; tanto es así que ni siquiera está permitido compartir una comida con una de ellas.
El cristianismo tiene una relación particular con la idolatría, ya que es posible advertir dos puntos de vista: por un lado se encuentran los católicos ortodoxos, quienes aceptan la iconografía religiosa y ciertas imágenes; por otro lado, los protestantes fundamentalistas, que acusan a los primeros de idólatras y, en algunos casos, paganos. Estos términos se aplicaron a todos los protestantes en la Reforma, un movimiento religioso que comenzó en Alemania en el siglo XVI y dio lugar al surgimiento de varias iglesias bajo el protestantismo.
Por su parte, los grupos puritanos, una facción del protestantismo que comenzó en Inglaterra durante el mandato de Isabel I, adoptaron una postura que se asemeja a la del islam y el judaísmo, ya que condenan el uso de cualquier imagen religiosa, sin importar que se trate de una ilustración, una estatuilla o una cruz.