Imaginario, del latín imaginarius, es aquello que solo existe en la imaginación. La imaginación, por su parte, es el proceso que permite a un ser humano manipular información generada intrínsicamente (es decir, sin que sean necesarios los estímulos del ambiente) para crear una representación en la mente.
Por ejemplo: “Cuando era chico, tenía un amigo imaginario que se llamaba Marcos y que se parecía mucho a mi tío”, “El libro narra un suceso imaginario, por lo cual no recomiendo buscar conexiones con la realidad”, “No me interesan los beneficios imaginarios, quiero que me expliques con precisión cuáles serán las ganancias reales y concretas que obtendré con este proyecto”.
Amigo imaginario
La creación de un amigo imaginario es de gran importancia para la psicología ya que, para los niños, estos personajes suelen asumir un rol tutelar con diversos grados de repercusión en su vida diaria. Los amigos imaginarios pueden desarrollar personalidades complejas y conversar activamente con sus creadores; la observación de una situación de este tipo por parte de un profesional puede ser muy enriquecedora para descubrir traumas ocultos, entre otros problemas.
A menudo los amigos imaginarios ayudan a los niños a atravesar etapas de incertidumbre, o a canalizar la ansiedad que les provoca una situación traumática, tal como el abuso sexual o psicológico por parte de un familiar. Dados los límites de los recursos culturales que una persona tan joven suele tener a su disposición, incluso aquellos personajes supuestamente adultos actúan como sus creadores conciben que lo harían si fueran seres reales, lo cual resulta especialmente útil para estudiar la percepción que un niño tiene del comportamiento de sus mayores.
Motivos de su creación
Las razones que llevan a las personas a crear amigos imaginarios son muchas, y responden a diferentes necesidades, no todas relacionadas con cuestiones graves. De hecho, se cree que en muchos casos se trata de una forma sana de canalizar la creatividad, de una herramienta a disposición de todos los seres humanos para conocernos más, intentando vernos a través de los ojos de un tercero.
Muchos actores, especialmente cómicos, han afirmado públicamente haber convivido con amigos imaginarios durante años, y algunos de ellos no tienen problema en admitir que estas peculiares relaciones los han acompañado hasta la adultez. Lejos de un trastorno mental, la concepción de diversas entidades puede ser beneficiosa para dar voz a esas partes de la propia personalidad que suelen quedar relegadas por no responder a las expectativas que se tienen de nosotros en el mundo real.
Mundos y países imaginarios
Los países imaginarios, por otra parte, son creados por escritores y artistas para formar parte de una obra de ficción. En sus territorios, que no pueden identificarse o hallarse en un mapa real, los límites que conocemos no rigen los hechos narrados; en otras palabras, las posibilidades son infinitas.
La creación de un mundo imaginario suele ir de la mano del desarrollo de una o más especies que lo habiten, con sus características físicas y su propia organización social, con un idioma adecuado a sus necesidades y con una serie de propiedades físicas y químicas que pueden sobrepasar los límites de lo conocido en la realidad. Uno de los casos más celebrados es la Tierra Media, de Tolkien, continente en el cual tiene lugar la mayoría de sus historias, incluyendo «El Señor de los Anillos«.
El término en las ciencias sociales y las matemáticas
El imaginario social es un concepto de las ciencias sociales que hace referencia a las representaciones de la sociedad que se encarnan en distintas instituciones. El concepto suele utilizarse como sinónimo de cosmovisión o conciencia colectiva, aunque los significados exactos difieren.
Para la matemática, los números imaginarios son aquellos cuyo cuadrado es negativo. Quien acuñó el término fue el matemático y físico Leonhard Euler (1707-1783).