La noción de indocto alude a la ausencia de educación, instrucción o capacitación. El término, cuyo origen etimológico se encuentra en el vocablo latino indoctus, se utiliza para calificar a quien es inculto.
Por ejemplo: “Los programadores de los canales de televisión suelen apuntar a un público indocto que solo busca entretenimiento”, “A los políticos les conviene que los ciudadanos sean indoctos: así es más fácil engañarlos”, “Siempre trato de leer y de informarme para no ser indocto”.
Alguien indocto carece de conocimientos, ya sea generales o sobre algún asunto específico. Por lo general, este calificativo supone una característica negativa de la persona debido a que el saber es útil y valioso en todos los contextos.
Se espera que un abogado, por citar un caso, conozca a la perfección las leyes para representar correctamente a sus clientes. Un abogado indocto, por lo tanto, no es un buen profesional: lo más probable es que obtenga fallos desfavorables.
Un escritor indocto, asimismo, puede tener problemas para desarrollar sus textos. A la hora de escribir se necesitan conocimientos sobre ortografía y gramática, pero también es importante contar con un bagaje cultural amplio para construir los personajes, situar las acciones, describir los escenarios, etc.
Cabe destacar que un individuo tiene la posibilidad de dejar de ser indocto a través del estudio. Si un hombre de 40 años que no sabe leer ni escribir empieza a estudiar y así, años más tarde, logra completar sus estudios primarios y secundarios, ya no es indocto, más allá de que padezca falta de ilustración sobre diferentes cuestiones.
Este término no es muy común en el habla cotidiana, sino que en su lugar se suelen utilizar algunos de los sinónimos que presentamos a continuación: ignorante, analfabeto, inculto e iletrado. Con respecto a sus antónimos, podemos citar cultivado y culto. Es muy difícil definir estas palabras sin pensar en la carga emocional que muchas veces tienen en una conversación. ¿Acaso podríamos llamar inculto a alguien sin intentar herir sus sentimientos? ¿Por qué razón querríamos decir que una persona es ignorante o indocta?
Adoptar la postura de un juez para determinar el grado de instrucción de los demás no resulta agradable. Sin embargo, es una de las actitudes más comunes en nuestra especie, que se basa en la obtención de poder a cualquier precio, a diferencia de las pruebas -muchas veces de vida o muerte- que deben dar los animales para ascender a los puestos más altos de sus jerarquías. Haber ido a la escuela nos da poder; saber leer y escribir nos hace pensar que estamos por encima de quienes no tienen estas herramientas.
Esto no significa que esté mal intentar describir a las personas que nos rodean prestando atención a sus verdaderos rasgos. Por ejemplo, en una sociedad ideal, donde nadie buscara herir a los demás de forma gratuita, no habría problema alguno en reconocer la falta de habilidades físicas de tal o la ignorancia de cual con respecto a ciertos temas. Todo se tuerce cuando establecemos una jerarquía basada en estas características o, mejor dicho, cuando permitimos que unos pocos la establezcan y nos coloquen en sus peldaños.
Nadie se detiene a pensar en la opinión que un individuo considerado indocto tiene de los demás, tanto de sus pares, de quienes puedan saber menos que él o incluso de quienes lo han etiquetado de esta manera. Tampoco es común que la gente se pregunte si una persona con estas características puede tener habilidades especiales, de las cuales carezcan los «cultos» y que les permitan lograr cosas maravillosas. El Universo parece apuntar al equilibrio; si no lo vemos es probablemente porque estamos mirando las cosas desde una perspectiva incorrecta.