La noción de inteligencia procede del vocablo latino intelligentia. El término puede referirse a la facultad que hace posible la resolución de problemas y la comprensión de cualquier asunto o tema.
Espacial, por otro lado, es un adjetivo que alude a aquello vinculado al espacio. Se llama espacio, a su vez, a la extensión que ocupa la totalidad de la materia o un cuerpo específico; y a la distancia o separación entre elementos.
La noción de inteligencia espacial surge de la llamada teoría de las inteligencias múltiples, desarrollada por el estadounidense Howard Gardner. Este tipo de inteligencia se asocia a la capacidad para llevar a cabo el procesamiento de información en tres dimensiones.
Qué es la inteligencia espacial
En su teoría, Gardner postula que no existe una única inteligencia, sino que hay una red de capacidades con componentes que se interrelacionan. De este modo, propone entender la mente como un conjunto de habilidades.
La inteligencia espacial, pues, es una de estas destrezas. Gracias a esta inteligencia, el individuo interactúa con las formas y las dimensiones, por ejemplo.
Quienes cuentan con un desarrollo avanzado de la inteligencia espacial suelen forjar pensamientos basados en imágenes: es decir, establecen representaciones gráficas de los conceptos.
El sentido principal al que recurre la inteligencia espacial es la vista. De todas maneras, el resto de los sentidos también contribuyen a obtener datos provenientes del entorno que pueden procesarse para producir conocimientos útiles.
Aplicación de estas facultades
La inteligencia espacial es clave en múltiples profesiones y oficios. Los ingenieros, los arquitectos y los publicistas, entre otros profesionales, deben recurrir cotidianamente a la inteligencia espacial para desenvolverse en el ámbito laboral.
Los fotógrafos, los escultores y los pintores, asimismo, necesitan disponer de una gran inteligencia espacial para plasmar sus ideas en las obras que realizan. Muchas disciplinas artísticas, de hecho, se basan en esta clase de pericia.
Todas las personas, en la vida cotidiana, emplean en algún momento la inteligencia espacial. A la hora de leer un mapa, por mencionar una posibilidad, se necesita poner en práctica esta inteligencia para ubicarse. El sujeto debe entender dónde está localizado y hacia dónde quiere dirigirse, trasladando su posición en el mundo físico a la representación que aparece en el plano.
Cómo desarrollar la inteligencia espacial
Es habitual que se relacione la inteligencia espacial con características genéticas (o sea, innatas). Sin embargo, es posible ejercitarla mediante distintas actividades.
Armar rompecabezas, hacer maquetas y jugar al ajedrez son algunas acciones que ayudan a entrenar la inteligencia espacial. Lo mismo ocurre con resolver laberintos y crear figuras con bloques de construcción del estilo de la marca LEGO.
La repetición de esta clase de ejercicios y juegos funciona como un entrenamiento. De acuerdo a los expertos, el nivel de inteligencia espacial tiende a incrementarse cuando estas prácticas se reiteran de forma periódica.
No se puede obviar, sin embargo, que lo biológico es fundamental en la inteligencia espacial. Si alguien padece un daño en la zona del hemisferio derecho del cerebro, es probable que padezca dificultades para resolver todo aquello vinculado al espacio.