La idea de interseccionalidad se emplea en el ámbito del feminismo. El concepto fue acuñado a fines de la década de 1980 por la académica estadounidense Kimberlé Crenshaw.
Reconocimiento de la individualidad
La interseccionalidad es una herramienta que permite la exploración de la dinámica establecida entre las identidades que coexisten y los sistemas de opresión. Se trata de un marco utilizado para el desarrollo de investigaciones, la elaboración de análisis y el diseño de políticas públicas.
Mediante la interseccionalidad se busca hacer hincapié en que las mujeres no constituyen un conjunto homogéneo. Por el contrario, la opresión se lleva a cabo de distintos modos según la clase social, la raza y otros factores que interactúan con el género.
Así, la interseccionalidad tiene en cuenta los diferentes tipos de discriminación que se ejercen sobre múltiples identidades. Esta discriminación atenta contra las oportunidades y los derechos de las mujeres más allá de sus características.
La opresión también es variada
De acuerdo a Crenshaw, las formas de prejuicio comparten una misma raíz y se sustentan en la estructura del poder dominante. La interseccionalidad propone no enfrentar una única dimensión de dicho poder, ya que ese selectivismo lleva a luchar contra una sola faceta de la opresión.
Si al análisis se incorporan las identidades que se superponen en una mujer (género, clase social, raza, etc.), la visión feminista puede contemplar la totalidad del rango de las mujeres. La interseccionalidad, de este modo, contribuye a la comprensión de la experiencia femenina en su conjunto.
Lo que hace la interseccionalidad, en definitiva, es examinar la raíz de las diferentes opresiones que afectan a la mujer. No se limita al género, que suele ser el problema preponderante de las mujeres blancas de clase media o alta, sino que observa simultáneamente las problemáticas raciales y de otra índole.
Orígenes de la interseccionalidad
Si bien se suele acuñar este término a la ya mencionada Kimberlé Crenshaw, cuyo trabajo de activismo fue sin lugar a duda muy significativo para el feminismo, hay evidencias de que su origen es un par de décadas más antiguo. Este punto de vista ya se divulgaba para aquel entonces, aunque con ciertas diferencias, de la mano del movimiento feminista multirracial.
En el año 1977, en el manifiesto de la organización feminista Combahee River Collective, compuesto por mujeres lesbianas de raza negra, se propuso el uso de la palabra simultaneidad para hacer referencia al hecho de que las diferentes clases de discriminación y opresión se entrelazan. La importancia de dicho manifiesto es invaluable y sigue siendo relevante al día de hoy.
Volviendo al término interseccionalidad, también se usó en el movimiento denominado tercera Ola del Feminismo, que nació en Norte América en los años 90. Su representante más sobresaliente es la escritora y activista Rebecca Walker, en torno a quien giraron muchas discusiones acerca de las opresiones múltiples y la reivindicación de los derechos de todas las mujeres.
Discriminación múltiple
El Parlamento Europeo reconoció la validez de este concepto en el año 2009, y se basa en la necesidad de mejorar y ampliar los mecanismos usados para identificar los supuestos de discriminación, ya que no resultaban suficientes para abarcar todos los motivos sino que invisibilizaba algunos de ellos. Esta limitación dio lugar a muchos fracasos judiciales por falta de complejidad en el análisis de los casos.
La discriminación múltiple es un componente fundamental de la interseccionalidad precisamente porque admite casos en los que la agresión se da por dos o más motivos, los cuales considera un todo en lugar de escoger solamente uno de ellos: una mujer discriminada por su género, por su religión y por su raza, por ejemplo, merece un juicio que estudie las tres formas de discriminación de manera simultánea.