El adjetivo lindo proviene del vocablo latino limpĭdus, que puede traducirse como «puro» o «limpio». El término se utiliza para calificar a aquel o aquello que se destaca por su belleza.
Por ejemplo: «Esta provincia tiene paisajes muy lindos y un clima ideal para pasear al aire libre», «¡Qué lindo bebé! ¿Es tu hijo?», «Para mi cumpleaños, mi esposo me regaló un lindo vestido de color rojo que estrené en el casamiento de mi prima».
Por lo general la idea de lindo se emplea con referencia a la hermosura. Lo lindo se enmarca en los cánones estéticos de una sociedad y se considera agradable a la vista.
Un automóvil puede nombrarse como lindo por su diseño, por citar un caso. Una playa de aguas turquesas y arena blanca, en tanto, resulta linda por su atractivo natural.
En el caso de las personas, la calificación varía según la cultura y la época. Los modelos que protagonizan campañas publicitarias y los galanes de cine suelen ser definidos como lindos.
En el lenguaje coloquial, por otro lado, la noción de lindo permite acentuar la intensidad o la importancia de algo: «¡Lindo susto me has dado! ¿Dónde estabas?», «Mi abuelo se cayó en la calle y se dio un lindo golpe», «Al mover el mueble, le hice un lindo rayón a la pared».
Si bien el término «lindo» se entiende en cualquier parte de habla hispana del mundo, no todos lo usan, o al menos no con el mismo sentido. Por otro lado, son varios los sinónimos que podemos usar para sustituirlo, como ser los siguientes: «bello, bonito, precioso, hermoso, agraciado, majo, guapo» y «exquisito». Sus antónimos también son muchos, pero podemos destacar «feo, desagradable, soso, basto» y «espantoso».
Es importante explicar que este adjetivo no posee una fuerza considerable a la hora de resaltar la belleza o algún aspecto agradable del sustantivo al que modifica, sino que parece expresar el menor grado de admiración posible. Esto puede variar según la persona que lo use y la presencia o no de otras palabras que lo potencien; sin embargo, suele ser el adjetivo que usamos cuando no queremos comprometernos mucho con nuestra apreciación o que usan las personas que no se dejan impresionar fácilmente.
Veamos esto en contexto para poder entender mejor las limitaciones de este adjetivo a la hora de expresar una opinión. Imaginemos que luego de un espectacular recital de ópera, una de las personas del público se acerca a la soprano y le dice «Muy lindo el repertorio»; si se tratase de una serie de arias extremadamente exigentes a nivel vocal, que siglos atrás hubieran sido escritas para las voces más dotadas de la época, esta apreciación sería pobre y carente de sensibilidad. En su lugar, resultaría mucho más natural decirle a la cantante «¡Madre mía! Nunca había escuchado una voz como la tuya, y el repertorio es sencillamente deslumbrante».
Si tomamos algunos de los sinónimos antes expuestos podemos armar una pequeña lista ordenándolos de manera jerárquica, de acuerdo con su grado de expresividad. En la base tenemos «lindo, bonito» y «bello»; si bien podríamos agregar más, estos parecen ser los adjetivos más «conservadores», por así decirlo, que podemos escoger a la hora de calificar de forma positiva algún aspecto estético de alguien o algo. En segundo lugar están «hermoso» y «precioso», con un énfasis bastante mayor. Por encima de todos se ubica «exquisito», así como los superlativos de algunos de los anteriores, como ser «hermosísimo», «preciosísimo» y, ¿por qué no?, «lindísimo».
Lindo, por último, es un apellido bastante común en países de habla hispana. El político hondureño Juan Lindo, la escritora y periodista española Elvira Lindo, el autor salvadoreño Hugo Lindo, la actriz peruana Jimena Lindo y la activista nicaragüense Matilde Lindo son personalidades que comparten este apellido.