El término martillero se utiliza en varios países sudamericanos. Así se llama al subastador: el sujeto que realiza subastas.
Un martillero, por lo tanto, se dedica a vender bienes al mejor postor. Se trata de un profesional que se encarga de rematar, ya sea de forma pública por vía judicial o de manera privada, diferentes clases de productos.
En las universidades de algunos países, como sería el caso de Chile y Perú, se puede estudiar la carrera de martillero público, que suele tener una duración aproximada de entre 2 y 3 años. En esa los alumnos cuentan con asignaturas tales como contabilidad, administración, tasación, gestión inmobiliaria, redacción jurídica, derecho o incluso redacción jurídica.
Eso sin olvidar otras asignaturas también muy importantes como cálculo financiero, computación, derechos reales, técnicas de comercialización, ética, sociología, derecho registral y topografía y geodesia.
Quien encomienda un remate a un martillero puede ser el Poder Judicial (en el caso de los remates judiciales), el Poder Ejecutivo (los remates oficiales) o un particular (los remates privados). Los alcances de esta profesión, de todos modos, dependen de cada país. En la República Argentina, por ejemplo, para desempeñarse como martillero público es necesario completar una carrera universitaria y luego matricularse en el Colegio de Martilleros de la jurisdicción correspondiente.
Además de llevar a cabo una subasta, un martillero también está habilitado a tasar bienes muebles e inmuebles y a solicitar certificados e informes para cumplir con sus obligaciones. En cuanto a su responsabilidad, debe comprobar que quien ofrece algo en remate disponga del título de propiedad necesario; tiene que detallar por escrito las condiciones del proceso; y debe dar a conocer los remates indicando su nombre, matrícula, lugar de la subasta, etc.
Supongamos que un juez, de acuerdo a lo establecido por la legislación, ordena el remate de la casa de un individuo moroso que no cancela sus deudas. Ante esta situación, convoca a un martillero para que se desempeñe como auxiliar de justicia. El martillero deberá tasar la propiedad en cuestión y ejecutar el proceso.
Además de todo lo indicado, no hay que pasar por alto tampoco que el martillero público puede trabajar en áreas tan interesantes como el coleccionismo, la valuación de lo que son obras de arte de todo tipo e incluso en el mercado de arte en general.
En ocasiones, hay que tener en cuenta que se llega a confundir la profesión de martillero con la de corredor. No obstante, es necesario establecer que presentan notables diferencias entre ambas labores. Así, por ejemplo, mientras que el martillero es alguien que actúa bien como auxiliar de la justicia o bien por mandato, el corredor lo hace de forma privada.
De la misma manera, hay que establecer que el martillero lleva a cabo sus acciones de manera pública, pero el corredor lo hace manera privada. Eso sin pasar por alto que este último tiene mayor libertad para operar, mientras que el otro se ve en la necesidad de tener que aceptar lo que es la mayor oferta que se haga.