Memoria colectiva es una expresión que nació por impulso de Maurice Halbwachs. Este sociólogo y psicólogo de origen francés escribió y publicó obras como “Les Cadres sociaux de la mémoire” y “La mémoire collective”.
Desde la perspectiva de este intelectual, la memoria colectiva se forma con recuerdos atesorados por una comunidad en su conjunto. Es decir, a este contenido se lo construye, comparte y transmite de manera grupal, en sociedad.
A lo largo de los años, muchos pensadores analizaron esta noción, debatieron sobre ella y hasta la enriquecieron con profundos análisis y conexiones con otros conceptos. Jan Assmann, por ejemplo, lanzó un material que en español se conoce bajo el título de “Religión y memoria cultural. Diez estudios”, mientras que Pablo Connerton posicionó al organismo humano como un espacio clave para la conservación y la divulgación de la memoria. Pierre Nora también hizo aportes al respecto, en su caso focalizados en la idea de memoria compartida.
Tipos de memoria colectiva
La memoria colectiva se nutre a partir de múltiples voluntades de individuos que construyen socialmente un relato o una historia que les da identidad como pueblo.
Los aprendizajes y las experiencias grupales, las tradiciones culturales y las costumbres dan cuenta de la memoria colectiva. Es interesante, en este marco, descubrir los enfoques, las variedades y las formas que permiten apreciar la memoria colectiva de una cierta comunidad.
La memoria social, por ejemplo, es un fenómeno que se gesta en conjuntos sociales cuando los recuerdos funcionan como lazos de reconocimiento dentro de una generalidad. Según se advierte al buscar información de raíz histórica, la oralidad fue esencial para sostener a esta clase de memoria hasta que se inventó la escritura y ya hubo una alternativa más precisa y perdurable de documentación.
Vale la pena resaltar que la memoria colectiva abarca asimismo a la memoria cultural. Esta se produce cuando una muchedumbre comparte una cultura. En ese escenario, la memoria no se limita a ser una experiencia de carácter privado e individual, sino que adquiere una dimensión y una importancia colectiva fundamental para comprender el pasado y construir un futuro.
Tampoco hay que pasar por alto las particularidades ni el valor de la memoria histórica, que se enlaza con la memoria colectiva pero también mantiene diferencias con ella. En el primer caso, señala la teoría, se imponen límites de orden social y hay una única versión de los hechos. La memoria colectiva, en tanto, se va transformando con actualizaciones procedentes de los conjuntos sociales que la alimentan con múltiples contribuciones.
Por último, y no porque sea menos necesaria o apreciable que las restantes, adquiere notoriedad la memoria popular. Ella está sujeta a relatos de tiempos anteriores, estén plasmados por escrito o sean frutos de la historia oral.
Cultura del recuerdo
Algunos expertos en este tema mencionan que la memoria colectiva posee una variante histórica y sociocultural que se cataloga a nivel general como cultura del recuerdo. Refiere al enlace entre un sujeto o una comunidad y su propia historia o pasado.
Se reconocen como elementos de esta categoría los modales y comportamientos aprobados a escala social para dar cuenta de una identidad consolidada con el correr del tiempo. Puede hacerse una distinción entre una cultura del recuerdo de perfil público y otra que es de carácter privado.
En este último caso se citan como ejemplos los registros audiovisuales (imágenes impresas o digitalizadas, audios, etc) que rescatan y honran una historia familiar, el culto a los antepasados y las genealogías.
La cultura del recuerdo pública, en cambio, engloba a museos, monumentos, aniversarios históricos, los tributos hacia héroes nacionales, etc.
Ejemplos de memoria colectiva
La memoria colectiva ha ido teniendo diversas características a lo largo de los años. El avance de la tecnología, sin dudas, ha motorizado transformaciones importantes. Los símbolos y los rituales, así como los relatos y las narrativas, fueron mostrando una evolución gracias a los medios de comunicación y a los recursos informáticos a disposición de las comunidades, por ejemplo.
También los considerados lugares de memoria (como los sitios patrimoniales, los archivos históricos y los memoriales) contribuyen a crear, sostener y mantener vigente a la memoria colectiva.
En la práctica, la memoria colectiva (indispensable motor para la cohesión social y la construcción de identidad) queda reflejada en, por describir un caso a modo de referencia, los testimonios de personas que fueron testigos o víctimas de un hecho traumático y/o sumamente relevante a escala internacional. Si bien las declaraciones pueden variar entre unas personas y otras en función de sus recuerdos y propias vivencias, se reconocen en sus dichos puntos en común y hay coincidencias en la función de transmisión de datos para que las nuevas generaciones sepan sobre él. Ocurre esto, específicamente, con reconstrucciones orales o escritas de un atentado, el asesinato de una personalidad, una tragedia de enorme magnitud, etc.
El Holocausto y todo aquello que lo visibiliza, por indicar una precisión, ha ido dejando huellas en la memoria colectiva.