La meta es el fin u objetivo de una acción o plan. Por ejemplo: “Mi meta es terminar la carrera el año próximo y después viajar a Estados Unidos”, “La meta de Ramón es ahorrar hasta poder comprarse un coche”, “Yo sé que el camino que es arduo; pero nunca pierdas de vista tu meta”.
La especie humana se autodefine como la única capaz de entender y merecer los conceptos libertad y razón; continuando con esta idea que para muchos es infundada y arbitraria, considera que su existencia debe tener un objetivo más allá de vivir y respetar al resto de los habitantes del planeta. Las metas son precisamente esos desafíos que se proponen las personas, que trascienden las necesidades naturales tales como la alimentación.
El dominio como meta
A través de esta búsqueda se da una serie de fenómenos tan peculiares como peligrosos. En primer lugar, vamos perdiendo nuestra conexión con la naturaleza; le damos a nuestra vida un sentido que nosotros mismos inventamos, que creemos haber descubierto haciendo uso de nuestras herramientas intelectuales. Aseguramos que los animales no piensan y no sienten, pero nunca hemos recibido una confirmación de su parte al respecto. Explotamos los recursos sin consideración alguna, destruimos bosques y secamos ríos; todo en pos de nuestra meta última: el dominio absoluto del mundo y, si es posible, del universo entero.
Fuera de este objetivo global, que lamentablemente nos representa, pero que es una consecuencia de esa desnaturalización, las personas tendemos a creer que nuestra presencia en la Tierra es muy importante, que cada uno debe encontrar su misión y llevarla a cabo para dar sentido a su vida. Un individuo que nace en una ciudad y que no entra en contacto con el suelo y el resto de especies animales salvo en un parque o en un zoológico, que no debe conseguir su propia comida ni construir su propia casa, cuenta con un exceso de tiempo y energías con respecto a los primeros homo sapiens.
Es precisamente la existencia de ese capital la que da lugar a cuestionarnos las razones de nuestro paso por la realidad y a plantearnos una serie de metas, para volver a sentirnos seres productivos. La variedad de estos objetivos es considerable, aunque nos acercan al resto de los seres humanos mucho más de lo que creemos, o queremos creer. Hace dos décadas, los medios de comunicación nos mostraban una pequeña porción de la realidad, adornada de figuras heroicas aparentemente únicas, con metas aparentemente auténticas; hoy en día, Internet nos muestra millones de personas con talentos similares, con intereses similares, con metas similares.
Otros usos del término
Meta es, por otra parte, el término señalado a una carrera: “El atleta jamaiquino cruzó la meta cuatro décimas antes que su principal rival”, “El automóvil del piloto brasileño se quedó a sólo tres vueltas de la meta por problemas técnicos”, “El primero en cruzar la meta, gana”.
En España, se conoce como meta al arco o portería del fútbol y otros deportes: “El problema de nuestro equipo es que suele jugar muy lejos de la meta”. Por esta razón, al arquero o portero también se le dice guardameta.
El Departamento de Meta se encuentra en Colombia, en la región central de esta nación sudamericana. Cuenta con más de 783.000 habitantes y su capital es Villavicencio, situada a 90 kilómetros de Bogotá (la capital nacional).
Existe un río colombiano conocido con el nombre de Meta, afluente del Orinoco, que en su tramo final forma la frontera con Venezuela. Tiene una longitud de 804 kilómetros y es navegable en la mayor parte de su recorrido.
En el circo romano, meta eran los pilares cónicos que señalaban los extremos de la espina. Meta también es un género de arañas de la familia Tetragnathidae y uno de los nombres por el cual se conoce a Mélite, la primera esposa de Egeo en la mitología griega.