Características
La mortaja resulta similar a una sábana, aunque sus características varían según cada cultura. Por lo general, se fabrican en color blanco ya que éste simboliza la pureza. Las mortajas, por otra parte, permiten igualar a las personas: así, en el sepulcro, no hay diferencias entre los pobres y los ricos en cuanto a la vestimenta.
Los católicos, por ejemplo, solían usar una sábana blanca para cubrir el cuerpo de los difuntos hace mucho tiempo. Tal fue el caso de San Isidro Labrador, quien vivió en una zona que actualmente pertenece a Madrid, España, entre finales del siglo XI y finales del XII. Las personas que practican esta religión pueden pedir expresamente en su testamento que se las vista con una mortaja de tales características o con motivos específicos que respondan a una orden en particular.
Más allá de estos simbolismos, en muchas regiones hay otras costumbres que prescinden del uso de mortajas. En algunas zonas se recurre a túnicas y en otras es frecuente que se emplee directamente la ropa del fallecido.
Hermandad de la Sagrada Mortaja
Se conoce como Hermandad de la Sagrada Mortaja al grupo que, en España, desfila durante la Semana Santa representando a Jesucristo descendido de la cruz con su mortaja sagrada. Hay cofradías de este tipo en distintas ciudades.
Esta cofradía en particular pertenece a la ciudad andaluza de Sevilla y su sede se encuentra donde solía estar el Convento de Nuestra Señora de la Paz. La historia de esta hermandad no está muy clara, aunque la época en la que se creó suele ubicarse en el siglo XVI. Hay evidencias de su existencia en el año 1592 gracias a las penitencias que cumplieron en aquella época.
Hoja de papel
En República Dominicana, Panamá y Cuba, por otra parte, se llama mortaja a la hoja de papel que se utiliza para liar el tabaco del cigarrillo, según detalla la Real Academia Española (RAE) en su diccionario.
Etimología
La etimología de la palabra mortaja en el sentido de ropa para cubrir un cadáver procede del latín mortualia (que se traduce como “ropas de luto”), a su vez derivado de mortuus (traducible como “muerto”). Se trata de un término que encontramos ya en algunas obras escritas del siglo XIII, que está relacionado con los verbos amortajar y mortajar.
Volviendo a mortualia, podemos decir que atravesó el cambio que se conoce como guturalización, razón por la cual se perdió el grupo li en pos de una J, algo que también podemos observar en filius (el término latino que derivó en hijo). También se redujo la letra u, algo que pudo haber sucedido por haberse cruzado este término con mortalia, el neutro plural del adjetivo mortalis (que significa «mortal»).
Es necesario señalar que mortualia también es un neutro plural, pero de mortualis, un adjetivo que hace referencia a un «muerto». Con el sentido de «cantos fúnebres», lo encontramos desde el siglo III a. C. en la obra del comediógrafo Tito Maccio Plauto. El escritor romano Cneo Nevio, por su parte, lo usó también en el siglo III a. C. para hacer referencia a «ropas de luto» y, más tarde, «vestimenta de difuntos».
La noción de mortaja, en tanto, puede tener otro origen etimológico. Cuando proviene del francés medio mortaige, refiere a una muesca: es decir, a la incisión que se realiza en un elemento para que sea posible encajar otro.