MP3 es una sigla que deriva de MPEG Audio Layer III. Se trata de un formato de audio digital o, más específicamente, de un formato de compresión de dicho tipo de audio.
Para generar un archivo MP3, se apela a un algoritmo que permite reducir el tamaño o peso del archivo que almacena el sonido, aunque con una cierta pérdida de calidad. Dicha pérdida, de todos modos, no suele ser significativa, por lo cual el MP3 es el formato más usado en computadoras (ordenadores) y en reproductores portátiles.
El ingeniero de sonido alemán Karlheinz Brandenburg es señalado como el creador del MP3. Estuvo entre los responsables del desarrollo del Moving Pictures Experts Group (MPEG) y en la década de 1980 comenzó a trabajar en la compresión de audio. Ya en 1995, empezó a utilizar la extensión .mp3 para los archivos con audio comprimido bajo este sistema.
El formato MP3 supuso una revolución en el modo de distribuir y consumir audio digital. Los archivos MP3 son mucho más livianos (y, por lo tanto, más fáciles de transferir o descargar) que los archivos de un CD audio o CDDA. Con el avance de las conexiones a Internet, se facilitó la descarga de discos enteros cuyas canciones se encuentran comprimidas en MP3.
También se conoce como MP3 al reproductor de audio digital. Estos dispositivos pueden guardar y reproducir archivos en formato MP3, aunque por lo general también están en condiciones de trabajar con otros formatos.
Una persona, por ejemplo, puede almacenar doscientos temas musicales en un MP3 y luego escucharlos donde y cuando desee. Todo esto nos dice que el MP3 fue un gran invento, que revolucionó la forma en la que almacenamos y escuchamos nuestra música, facilitando acciones como trasladar nuestra colección de música completa de un país a otro a un nivel que en el pasado habría sido un lujo de pocas personas.
Sin embargo, todo lo que rodea a este formato de compresión no es positivo. En primer lugar debemos hablar de la piratería: en sus primeros años, MP3 fue sinónimo de «música robada», ya que debido al escaso tamaño de los archivos era posible subir discos enteros a Internet para que cualquier usuario los descargase con total libertad. Esto no pasó desapercibido para las discográficas, y mucho menos para los artistas, sino que se trató de un fenómeno que generó grandes pérdidas de dinero en la industria de la música.
Una de las medidas que poco a poco fue sacando a flote a la industria fue la venta de música en formato digital, tanto MP3 como AAC (el formato de iTunes), entre otros; podríamos decir que adoptó el refrán «si no puedes contra ellos, úneteles». A diferencia de los discos pirateados, los comprados vienen con el libreto digital, cuya calidad es impecable y muy superior a la versión escaneada que los piratas suelen incluir en sus paquetes, así como ciertos temas que no se encuentran en el disco físico.
Además de combatir la descarga ilegal con la venta y la inclusión de material exclusivo, otro factor determinante fue la calidad: una de las características sobresalientes del formato MP3 es que puede ofrecer diferentes grados de compresión, y las diferencias entre los archivos muy pequeños (como ser los de 96 kbps) y los grandes (320 kbps) se aprecia sin esfuerzo.
Sin lugar a dudas, las eventuales ofertas ayudan mucho a convencer a la gente a comprar en lugar de robar. Pero nada de esto puede cambiar la mentalidad de quien se encuentra absolutamente trabado en sus ideas, esa gente que descarga juegos, películas, música y libros sin pagar por ellos alegando que «los creadores ya tienen suficiente dinero».
