Una objeción puede ser un comentario que contradiga o refute otro.
Una objeción es una impugnación o una réplica que se manifiesta en contra de una orden, un propósito o una opinión. El término procede del vocablo latino obiectio.
TemasRefutar o contradecir
En el lenguaje coloquial, la objeción supone refutar o contradecir algo. Por ejemplo: «Me gustó tu idea, aunque tengo una objeción: no creo que podamos tener todo listo antes del fin de semana», «Ayer presenté el proyecto ante la comisión directiva y no tuve ninguna objeción», «¿Por qué siempre esgrimes alguna objeción frente a mis propuestas?».
En relaciones de amistad y otros lazos cercanos, si bien el término no es tan frecuente, puede usarse para describir una oposición que resulte molesta o contraproducente, o simplemente para indicar que se trata de una observación importante. El primer ejemplo pertenece a esta última categoría: el emisor no pretende molestar a su interlocutor, sino señalarle un potencial problema.
En la segunda oración el término se usa en un entorno corporativo, de manera que su grado de seriedad es mayor, porque una objeción podría repercutir en el rechazo del proyecto. Por último, el emisor sí expresa desagrado ante las objeciones de su interlocutor, como si éste las expresara simplemente para molestarlo.
Mecanismo del derecho
La idea de objeción también aparece en el terreno jurídico. En este caso, se trata de un mecanismo que posibilita el ejercicio del derecho de contradicción en el marco de un juicio oral.
A través de la objeción, se intenta impedir la distorsión del proceso probatorio. Es habitual que las objeciones apunten a que no se produzca una desviación del asunto a tratar, por mencionar un caso.
Las preguntas capciosas, confusas, especulativas, hostiles o impertinentes pueden ser objetadas. Para objetar, el abogado debe pronunciar la palabra «objeción» y aguardar la decisión del juez.
Si el magistrado acepta la objeción, indica: «Ha lugar». En cambio, si el juez rechaza la objeción al considerarla incorrecta o inapropiada de acuerdo a las normas, señala: «No ha lugar».
Objeción de conciencia
La objeción de conciencia, por otra parte, es alegada por una persona cuando, por una cuestión religiosa o un motivo ético, se niega a realizar un servicio o una acción que le ha sido impuesta en forma de orden o por medio de una ley. Este recurso está asociado a las convicciones del individuo.
También se encuentra en el ámbito de la medicina, cuando un profesional se niega a realizar una intervención aparentemente obligatoria por creer que va en contra de sus principios, ya sea por cuestiones morales, éticas, políticas, religiosas o filosóficas. Desde un punto de vista ético racional, se supone que los seres humanos nos debemos en primer lugar a nuestra propia conciencia para juzgar la corrección de nuestros actos, de manera que este tipo de objeción es un derecho subjetivo con el que contamos para negarnos a cumplir los mandatos externos si percibimos que contradicen los internos.
Las objeciones de los abogados deben ser aprobadas o denegadas por los jueces.
Este derecho se ve avalado por la Declaración de Derechos del Hombre y del Ciudadano, por ejemplo, donde se proclama el derecho de resistirnos a la opresión, y también por la Convención Americana de Derechos Humanos, que determina nuestra libertad de conciencia y de religión. Si se trata de imposiciones que atenten contra nuestras convicciones más íntimas, podemos abstenernos a llevarlas a cabo. Esto no significa que estemos a salvo de represalias legales, ya que esto depende de diferentes factores, tanto geográficos como históricos.
Uno de los casos más famosos de objeción de conciencia tuvo como protagonista a Muhammad Ali, quien en 1966 rechazó cumplir con el servicio militar en el marco de la guerra de Vietnam. En un primer momento, el boxeador fue condenado por la Justicia ya que las autoridades no aceptaron su objeción, aunque más adelante la Corte Suprema le dio la razón.
