Se conoce como oligofrenia a una deficiencia de tipo mental. Este término, según los expertos, halla su origen en un vocablo del idioma griego que se traduce al español como «poca mente».
Síndrome oligofrénico es la denominación que, décadas atrás, permitía nombrar a la patología caracterizada por una deficiencia grave del área mental nacida a raíz del cese del avance y progreso de la inteligencia durante la etapa intrauterina o en los primeros años de vida (en este punto se contempla hasta los 18 años de edad).
Causas de la oligofrenia
Más exactamente podemos determinar que en la actualidad se han realizado estudios e investigaciones que han dejado muy patente que la oligofrenia puede tener básicamente seis tipos de causas que provocan que esta aparezca:
– Las de tipo hereditario, que son las que radican en un gen de tipo degenerativo.
– Las genéticas, que tienen lugar como consecuencia de una alteración producida en el digote.
– Las fenopáticas. Estas causas son las que determinan que una persona sufra de oligofrenia por culpa de enfermedades de diversa índole (tóxicas, metabólicas o infecciosas) que haya sufrido la madre.
– Las blastofóricas, que tienen como punto de partida una alteración que ha sufrido el gameto. Dicha alteración puede ser de muy diversos tipos: física, infecciosa, infecciosa, tóxica, tiófica, cornológica…
– Las cerebropáticas. Estas causas son las que tienen su origen tanto en factores de tipo hemolítico después del parto como en perturbaciones de diversa tipología o en traumatismos durante el momento del nacimiento así como en procesos de tipo meningoencefalíticos en lo que son los primeros años de vida de la persona.
Diversos grados de incapacidad
De acuerdo al grado de incapacidad, la oligofrenia se dividía en cuatro tipos que han dejado de usarse por ser considerados peyorativos y discriminativos: idiota (extendido a todos los seres con cociente intelectual menor a 30, incapaces de comunicarse e imposibles de educar), imbécil (aquellos con cociente intelectual inferior a 60 e incapaces de leer y escribir), morón (cociente intelectual inferior a 90, incapaces de concretar abstracciones de carácter mental) e idiot-savant (autosuficientes para tareas manuales, pero carentes de criterio).
Otra clasificación que se hace entre los individuos con oligofrenia distingue entre los no recuperables (quienes no llegan a desarrollar lenguaje), difícilmente recuperables (adquieren el lenguaje, pero con imperfecciones) y los recuperables o débiles mentales. El conjunto de los débiles mentales puede subdividirse, a su vez, entre los asistentes a la escuela común y los que acuden a la enseñanza diferencial.
Distintas clases de oligofrenia
No obstante, otra de las clasificaciones más importantes para hablar de las oligofrenias es aquella que las divide en:
– Déficit intelectual. En este caso la persona tiene serias dificultades para elaborar pensamientos, asociar ideas o resolver situaciones.
– Alteración de las conductas primarias o instintivas.
– Trastorno orgánico. Dicho trastorno, ya sea de tipo neurólogico, morfológico o motor, suele ir acompañado del anteriormente citado déficit intelectual.
– Problemas de aprendizaje. Estos traen consigo que la persona tenga muy graves problemas a la hora de llevar a cabo una vida social, laboral y familiar plena.
– Trastornos afectivos, que son los que suponen que el paciente cuenta con una emocionabilidad muy superficial.
El retraso mental
Por último, hay autores que distinguen entre el concepto de oligofrenia y el de retraso mental. De esta manera, limitan el uso de la noción de oligofrenia al retraso mental surgido por razones patológicas o físicas (dejando de lado el retraso desarrollado por la ausencia de estimulación).
En ese sentido, hay que decir que la oligofrenia posee una raíz orgánica que puede ser genética, perinatal o postnatal.