Para la gramática, una oración es un enunciado o un fragmento de discurso. Se trata de una estructura que, por lo general, se compone de un sujeto y un predicado, aunque esta no es una propiedad excluyente.
Según sus características, las oraciones pueden calificarse de distinto modo. Si tomamos en cuenta su divisibilidad, se habla de oraciones unimembres y oraciones bimembres.
Las oraciones unimembres son aquellas que tienen un único miembro. Por este motivo no pueden ser divididas en sujeto y predicado, debido a que cuentan con un solo elemento sintáctico.
Por ejemplo: “Está lloviendo”, “¡Qué bien!”, “Buenas tardes”, “Prohibido fumar”.
Es posible construir oraciones unimembres de distintas maneras. En ocasiones presentan un verbo impersonal, mientras que en otros casos señalan solamente al sujeto con sus modificadores. Los vocativos, las exclamaciones y las interjecciones también pueden constituirse como oraciones unimembres.
Veamos cada uno de estos conceptos por separado. Comencemos por los vocativos, esas palabras que se usan para llamar, nombrar o invocar a una persona o bien a un objeto que deseemos personificar, es decir atribuirle cualidades de persona, cuando nos dirigimos a ellos. El ejemplo más común de vocativo no es otro que el nombre propio de la persona, el cual usamos muy a menudo en la comunicación, pero es importante señalar que no funciona de esta manera un nombre de alguien si simplemente lo estamos mencionando pero no entablamos una conversación con él.
Si estamos hablando con alguien y deseamos usar su nombre para llamar su atención, podemos armar una oración como la siguiente: «No te enfades, Pedro». Si estamos hablando de él con otra persona, en cambio («Le dije a Pedro que viniese») el nombre no funciona como un vocativo. Los vocativos también pueden ser nombres comunes (que indiquen su posición familiar o social), títulos o profesiones. De este modo pueden surgir las siguientes oraciones: «Profesora, ¿me puede explicar este enunciado, por favor?», «Mamá, te llaman de la oficina».
Las exclamaciones, por otra parte, son también muy comunes entre las oraciones unimembres, ya que no suelen ser muy extensas. Por lo general, en el habla cotidiana y en una situación que nos sorprende expresamos en pocas palabras el efecto que nos causa, en lugar de relatar todo de principio a fin: «¡No enciende!», en lugar de explicar «¡El ordenador que compré hace tan sólo un mes no enciende!». Esta información complementaria suele agregarse en otra oración cuando nos preguntan «qué nos ocurre».
Nótese que un vocativo también puede usarse en una exclamación para dar lugar a una oración unimembre: «¡Roberto!». Con respecto a las interjecciones, son una clase de términos que sirven para expresar un sentimiento vivo, para describir una acción de forma rudimentaria o para llamar la atención de alguien. Por ejemplo: «¡Uy!», «¡Plum!», «¡Eh!».
Una respuesta a una pregunta puede ser una oración unimembre: “La campera negra” (“¿Qué abrigo utilizarás esta noche?”), “Diluvia” (“¿Cómo está el tiempo?”), “¡Yo!” (“¿Quién tiene ganas de ir a tomar un helado?”).
Si deseamos convertir una oración unimembre en una bimembre, por lo general deberemos agregar el predicado: «El abrigo que utilizaré esta noche es» + «la campera negra».
Cuando el verbo impersonal se encuentra conjugado en la tercera persona del singular, puede formar una oración unimembre. Muchas veces se usan estas expresiones para aludir a una circunstancia específica o a un fenómeno de la meteorología: “Hay que arreglar la cerradura”, “Llueve como nunca”, “Hubo demasiado lío este verano”.
Las oraciones bimembres, a diferencia de las unimembres, disponen de dos constituyentes sintácticos. Por eso su estructura se puede analizar en partes: “El niño estaba jugando al fútbol”, “Juan fue al mercado”, “María está radiante”.