La idea de parasíntesis se utiliza en el terreno de la gramática. Proviene del griego parasýnthesis, que se formó con el prefijo “para-”, que significa “junto” o “contra”, y con el sustantivo “synthesis”, que es sinónimo de “composición” y, de igual modo, de “síntesis”.
El término alude al procedimiento que permite formar palabras a través de la intervención simultánea de la prefijación y la sufijación, o de la composición y la derivación.
La formación de palabras se lleva a cabo mediante distintos procesos morfológicos que recurren a los morfemas: las unidades mínimas de significado. En el caso de la parasíntesis, la acción se desarrolla a partir de la unión de dos o más morfemas.
Una palabra parasintética se crea vinculando palabras compuestas y palabras derivadas con prefijos y sufijos. Las palabras compuestas asocian dos términos para crear un significado distinto (como “balonmano”, por ejemplo). Las palabras derivadas, en tanto, son palabras primitivas con prefijos o sufijos (de “verdura” a “verdulería”).
La parasíntesis, por lo tanto, trabaja con al menos dos palabras no primitivas. Ese es el caso de “treintañero” (treint-añ-ero), “amarronado” (a-marron-ado) y “submarino” (sub-mar-ino), por mencionar algunas.
Puede decirse que la parasíntesis es un proceso complejo de formación de palabras. Una palabra parasintética no se construye solo por prefijación o sufijación partiendo de otras existentes.
Un método de parasíntesis implica la prefijación y la sufijación simultáneas, como en “emblanquecer” o “barriobajera”. El otro mecanismo apela a la composición y la derivación: “paracaidista”, “pordiosero”.
Tenemos que establecer que, por tanto, la única característica que comparten la parasíntesis y las palabras derivadas es que en el proceso de formación de palabras cobran relevancia tanto los morfemas como los lexemas.
No obstante, a parte de eso, el proceso de creación de términos mediante la parasíntesis es mucho más complejo que el de las derivadas. Y es que en ese también toman protagonismo tanto las propias palabras derivadas como las compuestas.
Como se puede advertir, la parasíntesis enriquece al lenguaje, al igual que el resto de los procesos que permiten crear palabras. Gracias a su operatoria, surgen nuevos términos que ayudan a denominar diferentes cuestiones y realidades.
Entre los verbos a los que se les ha dado forma mediante la parasíntesis podemos destacar algunos tales como deletrear, adelgazar, encabezar, descabezar, ennoblecer, rejuvenecer, apadrinar o empapelar. Por otro lado, entre los adjetivos que se han creado mediante este procedimiento que nos ocupa podemos destacar algunos tales como descafeinado, enriquecedor, anaranjado, malhumorado, interminable, aniñado, enrojecido, atemorizado o incluso pordiosero.
Además de los ejemplos citados, podemos establecer que también hay otros sustantivos formados mediante la parasíntesis como sería el caso, por ejemplo, de picapedrero, automovilista, excentricidad, reducción, paragüero, alunizaje o encuadernación.
Hay un truco, por decirlo así, que sirve para saber si una palabra es parasintética. Así, durante el correspondiente análisis morfológico, si se le quita el prefijo o el sufijo y pierde el sentido está claro que lo es. Por el contrario, eso no sucede con las ya citadas derivadas.