El vocablo griego patrōnymikós llegó al latín tardío como patronymĭcus, que es el antecedente etimológico más cercano del término patronímico. Se trata de un adjetivo que alude al apellido o al nombre formado para indicar un linaje, una filiación o una ascendencia.
TemasNombres o apellidos
Los patronímicos pueden ser nombres de pila o apellidos. Surgieron en la antigüedad a partir de los nombres de los progenitores o de otros ancestros, permitiendo designar la pertenencia a una familia, una casta o un clan.
El patronímico es un nombre o apellido que indica pertenencia a una familia o casta.
En España, por ejemplo, el padre daba el apellido patronímico a su hijo según su propio nombre. De esta manera, el hijo de Rodrigo era Rodríguez, mientras que el hijo de Álvaro era Álvarez. Así se formaron numerosos apellidos que en la actualidad son muy comunes: Domínguez (Domingo), Fernández (Fernando), González (Gonzalo), Hernández (Hernando o Hernán), Martínez (Martín), Ramírez (Ramiro), etc.
Es importante tener en cuenta que el modo de formación de los patronímicos depende de cada cultura. En las naciones eslavas, es habitual que se trate de una forma derivada del nombre del ascendiente y se emplee luego del nombre de pila, convirtiéndose así en el segundo nombre del individuo en cuestión.
En Rusia, por mencionar un caso, es frecuente que el patronímico se desarrolle con las terminaciones -ichna, -ovna o -ievna en las mujeres y con las terminaciones -évich u -óvich en los hombres. En la sociedad rusa se suele llamar a las personas con el nombre y el patronímico en ámbitos oficiales o formales, como muestra de respeto y educación.
Origen incierto
A pesar de que este concepto haya sido tratado en un sinfín de fuentes, no existe un consenso acerca del origen de este sistema de creación de nombres y apellidos. Precisamente, al respecto debemos señalar que existen varias hipótesis, cada una de las cuales puede aportarnos un punto de vista y una base teórica para acercarnos a la historia de los patronímicos. Podemos comenzar por la hipótesis latina: en latín, se utiliza el llamado caso genitivo, una declinación que denota «descendencia o propiedad», y que se reconoce por la terminación ius.
De este modo, surgieron patronímicos como Gratius, de Gratus, así como Gratidius, para el hijo del primero, o bien Quintos, Quintius y Quintilius. Cuando se formó el neolatino, y a la larga nuestra lengua, comenzó la transición hacia la creación de apellidos partiendo del nombre del padre, como señalamos en párrafos anteriores, aunque esto tomó mucho tiempo y no fue un proceso claro o bien definido. Esto se debe, en parte, a que muchas personas no sabían leer o escribir, de manera que algunas combinaciones no respondían a las mismas reglas. Algunos ejemplos actuales son Ruiz, Ferraz y Paez, de Rodericus, Ferrando y Pay, respectivamente.
Los patronímicos se encuentran impresos oficialmente en los documentos de identidad.
Pasando a la hipótesis germánica, podemos decir que los patronímicos más comunes de la corona de Castilla tienen los sufijos az, ez, iz y oz, que denotan el mismo significado de ius. Su origen no se conoce con precisión, pero se cree que está relacionado con el idioma gótico, en el cual también se encuentra esta terminación de manera común en sus patronímicos.
Por último tenemos la hipótesis vascuence, según la cual estas terminaciones que indican pertenencia se asemejan al efecto que produce el sufijo -z del euskera, el cual nos da Muñoz y Antúnez, partiendo de Munio y Antón. Si bien en la actualidad parece haber excepciones, como ser el patronímico Galíndez, que debería terminar en oz dado que deriva de Galindo, hay evidencias de los siglos X al XII en los cuales hallamos varios apellidos que sí responden a la regla antes mencionada, y entre ellos se encuentra Galíndoz.
