Un pegamento es un producto que se emplea para aglutinar y lograr la adhesión de un objeto con otro. Lo que hace el pegamento, por lo tanto, es pegar.
Por ejemplo: «Voy a comprar pegamento para arreglar los zapatos», «El pegamento no funcionó: no pude unir los pedazos de la vasija», «Si no quieres hacer un agujero en la pared, necesitarás un buen pegamento para adherir el cuadro junto a la ventana».
Usos de un pegamento
La finalidad de un pegamento es lograr que las cosas queden unidas una vez que sus superficies entran en contacto. Esto quiere decir que los objetos en cuestión no se atraviesan ni se ensamblan, sino que se vinculan sólo gracias a la capa de pegamento.
Los pegamentos, por otra parte, pueden estar destinados para el uso en el hogar o tener una finalidad industrial. En el primer caso, se pueden mencionar los pegamentos que usan los niños en la escuela o los oficinistas para pegar papeles. Los pegamentos industriales, por su parte, permiten realizar uniones de mayor solidez, muy difíciles de quebrar.
Entre los componentes que permiten crear pegamentos, se encuentran el caucho de origen natural, diversos polímeros y hasta sustancias que derivan de los lácteos, el maíz y las patatas (o papas).
Clasificación según el tipo
Existe una amplia variedad de tipos de pegamento, algunos de los cuales se exponen a continuación:
- Húmedos: solamente se aplican sobre una de las partes que se desea pegar, habiendo previamente fijado ambas en la posición adecuada. Este tipo de pegamento actúa en cuanto se evaporan los solventes (existen, por otro lado, los pegamentos denominados sin solventes, que tienen el agua como sustituto de los mismos). Para obtener mejores resultados, se recomienda utilizar materiales porosos, dado que favorecen el proceso de secado.
- De contacto: a diferencia del tipo de pegamento anterior, éste debe aplicarse en las dos partes que se desea pegar. Para conseguir que se produzca la adherencia se debe ejercer una fuerte presión y aguardar a que se evaporen los solventes. Alcanzado dicho punto, el efecto es inmediato, además de producir una unión resistente a cargas en poco tiempo.
- Reactivos: se ofrecen en versiones de uno o dos componentes y actúan cuando se produce una reacción que los hace endurecerse, la cual puede ser física, catalítica o química.
+ Reactivos de un componente: la reacción se da con el oxígeno del aire (aerobios), iones metálicos (anaerobios; se usa cuando el pegamento no puede entrar en contacto con el aire), la humedad presente en el aire o los rayos UVA. Esta clase de pegamento se debe aplicar solamente en una de las caras que desean adherirse y la reacción es instantánea, una vez que actúa el segundo componente, que puede ser alguno de los mencionados anteriormente;
+ Reactivos de dos componentes: éstos no dependen del entorno, como los primeros, sino que se venden con dos componentes pastosos, en polvo o líquidos que deben mezclarse en una determinada proporción y manipularse dentro del tiempo indicado (lo que se conoce como vida útil) dado que comienzan a endurecerse inmediatamente. Es necesario sujetar las partes hasta que se hayan adherido completamente. El tiempo que toma el proceso depende de los componentes y de las condiciones del ambiente;
- De fusión caliente: se comercializan en forma de lámina, polvo, granulado, red, barra o cartucho. Generalmente no exigen ningún paso extra (tales como realizar una mezcla) y no contienen solventes. Para actuar, este tipo de pegamento debe someterse a altas temperaturas (de 110°C a 220°C, dependiendo del producto) y puede aplicarse con ayuda de una pistola.
- Autoadhesivos: mantienen su capacidad adherente permanentemente y se usan cuando no se busca un acabado que dure mucho tiempo. Algunas de las formas en las que se comercializan, como ser la cinta adhesiva de una o dos caras, son muy populares en entornos educativos y empresariales.