El concepto de pellejo tiene varios usos. La primera acepción que indica el diccionario de la Real Academia Española (RAE) refiere a la piel de un animal, sobre todo si ha sido desprendida del cuerpo.

Pellejo, por lo tanto, puede emplearse como sinónimo de cuero. Se trata de la cobertura de la carne o de la piel ya extraída, curtida y preparada para distintos usos.
Por sus propiedades, el pellejo se utiliza con múltiples fines. Gracias a su flexibilidad y su resistencia sirve como materia prima para fabricar ropa, zapatos, alfombras y otros productos.
También se llama pellejo u odre a una vasija que posibilita el almacenamiento y el transporte de líquidos. Este elemento tenía una gran importancia en la antigüedad debido a que ayudaba a evitar los derrames y las evaporaciones.
Los pellejos, elaborados generalmente con cuero de cabra o de oveja, se destinaban a la contención de sustancias como el aceite o el vino. Además podían albergar agua, leche y otros fluidos.
Es importante mencionar que, en las últimas décadas, muchas personas tomaron conciencia sobre la crueldad que acarrea el acto de matar a un animal para obtener su pellejo. Por eso existe un movimiento cada vez más extendido que desalienta el uso de cuero.
La idea de pellejo, por otro lado, puede referirse a la piel del ser humano. En este caso se reconocen dos grandes capas: la epidermis (el nivel superficial) y la dermis. El tejido subcutáneo o hipodermis, en tanto, se halla debajo de la dermis.
Por último, se nombra como pellejo a la piel o cáscara de ciertas hortalizas y frutas. Este pellejo puede ser comestible o aprovecharse de diversas maneras.