La pelvis es la zona corporal de los animales mamíferos (incluyendo al ser humano) que se forma con los huesos coxales, el cóccix y el sacro. Ubicada en la región inferior en el caso del cuerpo humano, alberga diversos órganos del aparato reproductivo, la vejiga urinaria y el último tramo del tubo digestivo.
Con forma de embudo, es posible dividir la pelvis en mayor y menor. La pelvis mayor alberga los órganos del abdomen, mientras que la pelvis menor presenta la vejiga urinaria, las vísceras genitales, el recto y el ano.
Los huesos coxales, el sacro y el cóccix componen la denominada pelvis ósea. La región que se encarga de la articulación de los miembros inferiores, en cambio, se conoce como cintura pélvica.
Acerca de la pelvis
Es importante destacar que la pelvis del hombre presenta diversas diferencias respecto a la pelvis de la mujer. En el género femenino, la pelvis tiene una mayor apertura, es más corta y cuenta con paredes de menor grosor.
Cuando una mujer sufre de un dolor en la pelvis, por otra parte, puede tratarse de un síntoma de endometriosis, quiste de ovario, una infección o un embarazo ectópico, entre otros trastornos de salud.
La postura y el movimiento de la pelvis son muy importantes en diversos bailes y danzas. La famosa danza del vientre, también conocida como danza árabe, se basa en gran parte en el vaivén que la bailarina realiza con la pelvis y en la agitación que aplica sobre dicha zona.
La fractura
La fractura de pelvis es considerada de gravedad extrema ya que puede comprometer la movilidad de la cadera, aunque no suele afectar la estabilidad del anillo pélvico. Suele tener lugar en pacientes que hayan sufrido un violento traumatismo en la cara lateral y el trocánter mayor. Este tipo de fractura puede repercutir en daños al pilar pubiano o anterior, al isquiático o posterior, a ambos o al fondo del cotilo (cavidad de un hueso en la cual ingresa la cabeza de otro).
Todos los casos de fractura de pelvis comprometen la cavidad cotiloídea; esto puede darse en menor grado (cuando el cotilo sufre una fisura) o completamente (si se hunde parcial o totalmente la cabeza femoral y se introduce en la cavidad pélvica). De acuerdo al grado de extensión de la fractura, varía el daño de la articulación, lo que puede incluir el desplazamiento de los fragmentos de hueso.
Para determinar la magnitud de la fractura de pelvis y el consiguiente daño articular no basta con una radiografía convencional, ya que en la imagen resultante puede ser difícil divisar el desplazamiento de los fragmentos isquiático y pubiano. Por esta razón, se vuelven necesarias dos proyecciones especiales:
- Alar: una radiografía que se efectúa rotando la pelvis a 45° hacia la parte lesionada, de manera que el ala ilíaca se ubique de forma paralela a la placa y deje ver el pilar pubiano con la extensión completa del rasgo de fractura.
- Obturatriz o isquiática: se lleva a cabo una radiografía habiendo rotado la pelvis a 45° en la dirección opuesta al caso anterior, para que se vean completamente el pilar isquiático, el agujero obturador y la fractura.
La fractura de pelvis suele complicarse con hemorragias masivas dado el daño vascular de los vasos obturatrices e ilíacos. Además, contener y reducir los fragmentos desplazados resulta de gran dificultad. A raíz del compromiso del cotilo, es muy común que la cadera sufra de artrosis degenerativa; esto ocurre con seguridad cuando el daño óseo de las articulaciones es considerable y muy frecuentemente se pierde la movilidad de dicha zona por completo. Los resultados de las intervenciones quirúrgicas son inciertos ya que se trata de prácticas de elevado riesgo.