El pensamiento sistémico es una metodología de análisis que considera a sus objetos de estudio como sistemas cuyos componentes están interrelacionados. De este modo, toma los distintos elementos como parte de un todo, examinando los vínculos que establecen entre sí y buscando hallar patrones de comportamiento para generar conocimientos acerca del funcionamiento del conjunto.
Puede decirse que el pensamiento sistémico es un marco teórico que brinda recursos para explorar diferentes problemáticas y ofrecer posibles soluciones. Sus preceptos suelen aplicarse en distintos ámbitos, como la administración de empresas, la ingeniería y el deporte.
Antecedentes del pensamiento sistémico
Los antecedentes del pensamiento sistémico como corriente se encuentran en escuelas, ramas o especializaciones de varias disciplinas. Puede mencionarse a la psicología de la Gestalt, también conocida como psicología de la forma, que sostiene que la mente se encarga de configurar aquello que recibe mediante la memoria o la percepción, con lo cual dicha configuración prevalece sobre los propios elementos.
Para la Gestalt, con la mera suma de los diversos elementos no se puede comprender el funcionamiento del proceso mental. Por eso afirma que el todo es más que la sumatoria de los componentes.
Si nos centramos en la biología, pueden rastrearse las instancias previas al pensamiento sistémico en el vitalismo. De acuerdo a esta teoría, los seres vivos disponen de una fuerza vital que no se rige por las leyes físicas ni químicas y que constituye su diferenciación esencial en comparación a los objetos inanimados. Para el vitalismo, esa fuerza inmaterial incide sobre la materia organizada y hace posible la vida.
En el caso de la filosofía, la doctrina del hilozoísmo aporta principios que están asociados al pensamiento sistémico. Esta escuela expresa que la materia posee una facultad de accionar que es característica de los animales.
Los primeros pasos
Los primeros pasos del pensamiento sistémico se ubican a finales de la década de 1930. En 1937, el filósofo y biólogo austríaco Ludwig von Bertalanffy postuló su teoría general de sistemas, donde definió a los sistemas como entidades con componentes que tienen interdependencia y están interrelacionados.
El prusiano Kurt Goldstein en la psiquiatría, el estadounidense Walter Cannon en la fisiología y el también estadounidense Talcott Parsons en la sociología contribuyeron al desarrollo del pensamiento sistémico, cada uno en su área.
Fue el filósofo francés Edgar Morin quien aludió al paso del pensamiento sistémico al pensamiento complejo como vehículo para la resolución de desafíos filosóficos en particular y científicos en general.
Pilares del pensamiento sistémico
El pensamiento sistémico se sustenta en varios pilares. Por un lado, manifiesta que la realidad se forma a partir de una red de relaciones, constituyéndose como un sistema.
Este sistema dispone de propiedades elementales que provienen del todo y que las partes no pueden poseer por sí mismas. Los patrones que se detectan en la red de relaciones, por otra parte, se erigen como una parte de este sistema.
El análisis del sistema, asimismo, tiene que llevarse a cabo en diferentes niveles. Esto permite obtener una mirada global.
El pensamiento sistémico considera cuatro principios esenciales en los sistemas. El principio de posición se basa en la existencia de estructuras jerárquicas en el interior de cada sistema, que también puede advertirse en los suprasistemas (sistemas de sistemas).
El principio de limitación alude a que los sistemas se topan con límites fijados por controles que regulan su medida, su duración y otras variables, mientras que el principio de relación se vincula a que el nexo entre los componentes del sistema (o entre los sistemas de un suprasistema) produce fuerzas de rechazo o atracción. El principio de equifinalidad, por último, señala que los sistemas tienden hacia un objetivo específico.
Su utilidad
La utilidad del pensamiento sistémico radica en posibilitar la adquisición de una visión amplia acerca del sistema. Gracias a su metodología, se puede lograr una comprensión de las interrelaciones entre las partes e incluso realizar proyecciones sobre el comportamiento.
Al saber cómo funciona un sistema y reconocer eventualmente los subsistemas, el pensamiento sistémico ayuda a crear modelos que pueden aprovecharse para resolver problemas. En este marco, surgen indicadores que se utilizan para generar conclusiones.
Cabe resaltar que el pensamiento sistémico se ubica en el holismo, un enfoque epistemológico y metodológico que afirma que los sistemas siempre tienen que estudiarse en su conjunto y no observando solo a sus componentes. Esta posición contribuye a tener una perspectiva dinámica y compleja de lo real, favoreciendo el acceso a soluciones innovadoras.
Aplicación del pensamiento sistémico
La aplicación del pensamiento sistémico se da en múltiples entornos. En el deporte, por ejemplo, resulta muy importante cuando se trata de disciplinas que se practican en equipo.
Si tomamos el caso del básquetbol o baloncesto, el entrenador debe estar en condiciones de analizar el conjunto y no solamente las individualidades. Un jugador puede tener menos habilidades que un compañero pero resultar más valioso que el otro en el engranaje del funcionamiento por destacarse en algo puntual, por mencionar una posibilidad. Esta particularidad solo puede reconocerse si se opta por el pensamiento sistémico.
En una empresa, el pensamiento sistémico es necesario para definir la política corporativa y trazar una estrategia que sirva para la integración de las diversas áreas. Con este enfoque multidimensional, se puede propiciar un equilibrio en la entidad, que tendrá capacidad de adaptación y resiliencia y podrá lograr un crecimiento con sostenibilidad.
La optimización de los procesos productivos, la estabilidad operativa y la eficiencia en la gestión son más factibles con una visión sistémica. Los directivos de una firma, con esta perspectiva, cuentan con flujos de información relevantes para la toma de decisiones y para avanzar en la solución de problemas apelando a la innovación y la creatividad.
En un sentido amplio, la conciencia sistémica aporta a la gestión de recursos y al desarrollo sostenible a través de la planeación estratégica. Además permite anticipar escenarios futuros, colaborando con la adaptación al cambio.