Pleonasmo es un concepto griego derivado en el pleonasmus que se utiliza en nuestra lengua para nombrar a una clase de figura retórica. Ésta consiste en el uso de términos que refuerzan lo dicho en una expresión pero que no añaden información valiosa ya que, sin ellos, la frase se entendería igual.
En otras palabras, el pleonasmo implica añadir ciertos conceptos a una expresión que no son imprescindibles para que la misma se entienda, pero que pueden contribuir a enfatizar lo expresado. Por ejemplo: «¡Sal afuera inmediatamente!», «Cuando estoy triste, subo arriba y me encierro en el altillo», «El gerente no es más que un mudo que no habla».
Utilidad del pleonasmo
Aunque es útil para la expresividad, el pleonasmo también puede considerarse como un defecto o una falencia del lenguaje. La redundancia implica una repetición de contenidos a partir del agregado de datos que no son necesarios, por lo que deberían omitirse.
Retomando los ejemplos anteriores, cuando se utiliza el verbo «salir» no es necesario aclarar que el final del trayecto se encuentra «afuera», ya que es imposible «salir adentro». En sentido similar, hay que decir que no se puede «subir» abajo. Por otra parte, detallar que un «mudo» es incapaz de «hablar» también es redundante.
La expresión «Vi con mis propios ojos cómo el delincuente le disparaba a la víctima» es un pleonasmo (no se puede «ver» con los ojos de otra persona), aunque la redundancia puede aceptarse como una forma de resaltar que el individuo fue un testigo directo del hecho en cuestión. La frase «Necesitamos una Justicia justa», por otra parte, también constituye un pleonasmo habitual: aunque la lógica indica que la Justicia es «justa», el Poder Judicial no siempre lo es.
De esta manera, es fácil distinguir entre el pleonasmo que tiene lugar como consecuencia de un mal uso de la lengua y aquél que se elabora intencionalmente con el deseo de resaltar una idea. En manos de un hábil escritor, esta figura de la retórica puede embellecer una obra, subrayar ciertos conceptos antes de dejarlos y cambiar de tema, exprimir al máximo el sentido de una palabra; en el habla cotidiana, cuando constituye un error, no hace otra cosa que ensuciar la lengua y empobrecer la comunicación.
Uso incorrecto
Cabe señalar que, si bien existen ciertos pleonasmos que podemos advertir con facilidad en el lenguaje popular y que suelen ser motivo de burlas (como ocurre con los ya mencionados «salir afuera» y «subir arriba»), es difícil declararse inocente del uso incorrecto de esta figura; veamos algunas expresiones que combinan conceptos de manera innecesaria y que la mayoría de las personas de habla hispana usamos a menudo en la comunicación oral: «ven aquí»; «cállate la boca»; «planes de futuro»; «volar por los aires»; «cita previa».
Como puede apreciarse, no se trata de construcciones de aspecto incorrecto o poco culto; sin embargo, una vez analizadas, todas ellas son redundantes. Esto no quiere decir que debamos dejar de utilizarlas, ya que el lenguaje no es una ecuación con un solo resultado; por el contrario, es flexible y se adapta a las necesidades de sus hablantes, y en sus contradicciones muchas veces reside su aspecto más cautivador.
Pleonasmo y oxímoron
El oxímoron es la figura literaria que complementa al pleonasmo, ya que se basa en el uso de dos conceptos que se opongan en significado para construir una expresión que da lugar a un nuevo concepto. A simple vista, un oxímoron presenta una idea absurda que debe ser interpretada de una manera poco evidente, como una metáfora.
Veamos algunos ejemplos: «vísteme despacio que estoy apurado», «placeres espantosos y dulzuras horrendas», «el amor es vista ciega», «instante eterno».