La polinización es el proceso que se desarrolla desde que el polen deja el estambre en el que ha sido generado hasta que llega al pistilo en el que germinará. Se trata, por lo tanto, del paso del polen desde el estambre hasta el estigma, un recorrido que permitirá luego la germinación y la aparición de nuevos frutos y semillas.
Es posible que la polinización se lleve a cabo de diferentes formas. En ocasiones, se desarrolla a partir de la participación de un animal que recibe el nombre de polinizador. La polinización también puede concretarse mediante el agua o el viento, que pueden realizar el traslado del polen.
Quienes desarrollan la polinización
Entre los animales que pueden ejercer como polinizadores se encuentran tanto los insectos como los pájaros. Si participan en el proceso los primeros, la polinización responde al nombre de entomófila. Mientras, si son los segundos los que actúan, la misma recibe la denominación de ornitófila.
Lo habitual, no obstante, es que sean las abejas las que con más frecuencia participan de manera activa en la citada polinización. Y es que las mismas, entre otras cosas, son estupendas para acometer este proceso porque su cuerpo de pelos les permite recoger con facilidad el polen así como transportarlo.
Aquellas plantas que necesitan de la intervención de un animal para la polinización se conocen como plantas zoófilas. Lo habitual es que establezcan un vínculo mutualista con el polinizador; esto implica que tanto la planta como el animal reciben algún beneficio de la relación que mantienen. Para atraer a los insectos o a las aves que se encargan de la polinización, las plantas apelan a su aroma y a su colorido.
La acción del viento
La mayor parte de los cultivos que se producen a través de las prácticas agrícolas crecen gracias a la polinización del viento. Un porcentaje, de todas maneras, necesita de la participación de los agentes polinizadores animales.
Cuando es el viento el que se encarga de permitir la polinización, esta responde al nombre de anemófila. En la misma, el viento es el que transporta el polen y toma como protagonista a una serie de plantas que producen unos importantes niveles del citado polen. Ejemplos de estas son los pinos o los chopos, entre otras.
Estos vegetales y frutos que requieren de la intervención animal suelen enfrentar problemas ya que los pesticidas y la invasión de especies exóticas atentan contra los polinizadores. Cuando estos animales se alejan de las plantas, no se produce la polinización.
Polinización autopolinizante y cruzada
Por otro lado, cuando la planta para acometer la polinización no necesita ni de animales ni del viento, el proceso se da en llamar polinización autopolinizante. Este proceso consiste en que el polen que se encuentra en la planta, concretamente en sus estambres, cae directamente sobre lo que es el estigma que tiene la misma.
Además de todo lo expuesto, no podemos pasar por alto la existencia de lo que se conoce como polinización cruzada. ¿Qué es? Fundamentalmente es la que se produce cuando el polen de una planta se transporta a otra. Esto sucede, por ejemplo, en distintos cultivos de tipo frutal.