La póliza de seguro es el documento que certifica el respaldo al que accede el asegurado cuando paga una prima para ello. Es importante tener en cuenta que el concepto de seguro tiene varios usos y significados; uno de ellos está vinculado al contrato que obliga, mediante el cobro de una prima, a indemnizar el daño producido a otra persona. Existen diversos tipos de seguros que suponen un respaldo financiero para el asegurado ante eventualidades.
Póliza, del italiano polizza (que, a su vez, deriva de un término griego que significa «demostración» o «prueba»), es un documento justificativo o comprobatorio. Por lo tanto, la póliza de seguro, que también puede ser mencionada como contrato de seguro, fija los términos por los cuales el asegurado se obliga a resarcir un daño o a pagar una suma al verificarse una eventualidad prevista en el contrato. Este contratante del seguro, por su parte, se obliga a pagar una prima a cambio de la cobertura.
La lógica indica que la prima le permitirá al asegurado evitar perjuicios económicos mayores en caso de que el siniestro tenga lugar.
Componentes de la póliza de seguro
La póliza de seguro está formada por varios elementos, como el interés asegurable, el riesgo asegurable, la prima y la obligación del asegurador a indemnizar.
No obstante, además de todo ello hay una serie de elementos que no pueden faltar bajo ningún concepto en una póliza de este tipo. Así, por ejemplo, nos estamos refiriendo a los elementos formales que tienen que aparecer en ella. Este sería el caso de los datos personales del contratante y de la empresa aseguradora, la cuota del seguro y la duración del mismo o la naturaleza de los riesgos que son asegurados.
El interés asegurable estable una relación lícita entre un bien y un valor económico. Se pueden asegurar cosas materiales (como una casa o un coche) y cosas inmateriales (como un perjuicio económico o el cese de una actividad productiva), siempre que puedan ser tasables en dinero, que existan antes de la póliza y que sean objeto de una estipulación lícita.
Clasificación según el tipo
Además de todo lo expuesto tenemos que determinar que los seguros se pueden clasificar básicamente en tres grandes grupos. En primer lugar, están los de intereses, que son aquellos que intentan proteger bienes lo que supone que existan pólizas de seguro por robo o por incendio, por ejemplo.
En segundo lugar se encuentran los seguros de personas que son aquellos que se contratan con el claro objetivo de poder proteger y garantizar, de un modo u otro, la salud, la integridad y la vida de quien los contrata.
Y en tercer lugar están otros tipos de pólizas de seguros que son los que referencia a asistencia en viajes, orfandad…
Todo ello sin olvidar que tampoco hay que pasar por alto la existencia de una serie de seguros obligatorios que hay que suscribirlos en materia de vehículos, de perros peligrosos o deportivos, en caso de prácticas que entrañen un importante riesgo. No obstante, tenemos que establecer que los tipos de pólizas de seguros más frecuentes son las del hogar, las de vida, las de salud y las de vehículos.
El riesgo asegurable es un evento futuro, posible e incierto que puede generar un daño patrimonial al asegurado, mientras que la prima es el costo de la póliza. La obligación del asegurador a indemnizar, por último, depende de la concreción del riesgo asegurado.