En el latín es donde encontramos el origen etimológico del término prejuicio. En concreto, podemos establecer que procede de la palabra praeiudicium que puede traducirse como «juicio previo».
El prejuicio es la acción y efecto de prejuzgar (juzgar las cosas sin tener cabal conocimiento o antes del tiempo oportuno). Un prejuicio, por lo tanto, es una opinión previa acerca de algo que se conoce poco o mal.
Por ejemplo: «Creer que todos los árabes son fundamentalistas sin siquiera haber viajado a Asia es un prejuicio», «Deja de lado los prejuicios y anímate a usar camisas coloridas», «Pensé que nunca me podría enamorar de una mujer de una cultura tan diferente, pero eran sólo prejuicios».
Formación de un prejuicio
Los prejuicios se elaboran a partir de opiniones que surgen antes de juzgar la determinación de las evidencias. En otras palabras, un prejuicio es una crítica que se realiza sin tener los suficientes elementos previos para fundamentarla. Si una persona que nunca viajó a Francia afirma que los franceses son poco afectuosos y distantes en el trato, estará incurriendo en un prejuicio y reproduciendo un estereotipo.
Este tipo de formas de pensar están vinculadas a la discriminación. Los prejuicios suelen ser negativos (se rechaza a algo o alguien antes de tener el conocimiento suficiente para juzgarlo con motivos) y fomentan la división entre las personas: si un sujeto cree que alguien es malo, no se acercará ni siquiera para conocerlo y comprobarlo.
Motor de discriminación y odio
La parte más extrema de los prejuicios puede llegar a causar daño y graves consecuencias en la sociedad. Así, por ejemplo, quienes tienen prejuicios sobre las personas de otro color, de otra raza o de otra condición sexual, y además de una manera radical, pueden dirigirse a aquellas y provocarles daños físicos o morales. En concreto, les pueden insultar, les pueden aislar a la hora de participar en un acto, les pueden pegar…
Esto se refleja fundamentalmente en los grupos neonazis o de ultraderecha que defienden la supremacía de la raza blanca y que apuestan por «acabar» con los homosexuales, los indigentes, las personas de color…
De esta manera, existen multitud de acciones, de ideologías y de tendencias a lo largo de la historia que son fruto precisamente de prejuicios. Este sería el caso de la esclavitud, la homofobia, el antisemitismo, el machismo, el racismo, el sexismo o la Santa Inquisición.
Tipos de prejuicios
En concreto, además de todo lo expuesto, podemos dejar patente que existen dos tipos claros de prejuicios:
Sociales. Dentro de esta categoría se pueden destacar, por ejemplo, los prejuicios que se tienen acerca de los hombres y de las mujeres en muchos aspectos de la vida.
Raciales. Como su propio nombre indica, son aquellos que se establecen en base al color de la piel de las personas. Así, hay quienes rechazan a personas de raza negra simplemente porque sus opiniones sobre ellas se sustentan en estereotipos e ideas sin sentido.
Distorsiones de la percepción de la realidad
Para la psicología, los prejuicios cognitivos son distorsiones que alteran el modo en que las personas perciben la realidad. Varios de estos procesos fueron verificados de forma empírica por los científicos.
Los prejuicios llevaron a la Iglesia católica a rechazar, en su momento, evidencias científicas que comprobaban que la Tierra giraba alrededor del sol, entre muchas otras.