Prenatal es un concepto que se utiliza para nombrar a aquello que surge o que tiene existencia desde instancias previas al nacimiento. El término se forma con la unión del prefijo pre- (referente a lo que antecede) y el adjetivo natal (vinculado al nacimiento).
Por ejemplo: «El cuidado prenatal es muy importante y debe incluir controles frecuentes», «Algunos expertos fomentan la estimulación prenatal», «La atención prenatal en este hospital es de excelencia».
Controles prenatales
Los controles prenatales incluyen diversos procesos y evaluaciones que se realizan de manera sistemática para estudiar el estado de salud de la embarazada y del feto. El objetivo de estos controles es prevenir, diagnosticar y, eventualmente, tratar aquellos trastornos que pueden incidir en el normal desarrollo del embarazo.
El control prenatal, por lo tanto, consiste en analizar cómo avanza el embarazo para que, llegado el parto, éste se produzca sin problemas, con la madre y el niño en buen estado de salud.
Otras atenciones y prestaciones
Es posible referirse también a la atención prenatal, un concepto que se emplea como sinónimo del control prenatal y que hace referencia directa a la atención que la embarazada y el hijo que lleva en el vientre reciben en los centros de salud.
El análisis prenatal y el diagnóstico prenatal son otras nociones que pueden aparecer en la etapa que transita la mujer mientras se encuentra embarazada.
Estimulación prenatal
La estimulación prenatal, por último, es el proceso que busca fomentar el aprendizaje y promover el desarrollo sensorial e intelectual del bebé mientras se encuentra en el útero de su madre.
Si bien se trata de una serie de prácticas de poca complejidad para la madre, que distan de la instrucción académica, la estimulación prenatal puede favorecer considerablemente el desarrollo del bebé, tanto de su actividad cerebral como de sus receptores sensoriales. Desde el día en que cada uno de sus cinco sentidos comienzan a funcionar ya pueden servirle para comunicarse con su madre, y de eso se trata este concepto.
El primero de los sentidos en desarrollarse es el oído, que ya desde los cinco meses de embarazo le permite al bebé entablar un lazo con el mundo exterior. No se debe subestimar la importancia de hablarle y cantarle, así como de leerle historias y hacerle escuchar música, siempre que no sea muy fuerte. A través de esta comunicación inicial, el niño puede comenzar a aprender su idioma y a percibir rasgos culturales de su grupo familiar.
Por otro lado se encuentra la vista, sentido que se activa a partir del séptimo mes de embarazo. Si bien el útero es un espacio oscuro, parte de la luz del ambiente se filtra por nuestros tejidos, y esto permite estimular los ojos del feto con ciertos trucos, como ser apuntar una lámpara hacia el vientre, ante lo cual es probable que él reaccione con algún movimiento o con una pequeña «patada». A raíz de este punto cabe hacer dos aclaraciones: no se aconseja interrumpir el sueño del bebé; dado que la luz no incide directamente en los ojos del bebé, no existen riesgos de daño.
El sexto mes marca el comienzo del funcionamiento de las papilas gustativas del bebé, por lo cual es el momento clave para llevar una dieta rica y variada. Mientras las comidas sean sanas y nutritivas, no existen límites para esta manera particular de acercar al futuro integrante de la familia a los platos que en unos años degustará por sí solo.
Al mismo tiempo, el tacto entra en acción y se vuelve posible reaccionar a cada uno de sus movimientos. Basta con acariciar el vientre en las zonas donde el bebé se hace presente para demostrarle que lo percibimos, y conseguir que él también lo haga.