Se denomina presidencialismo al sistema político cuya organización se basa en la actuación del presidente como jefe de Gobierno, sin que necesite el apoyo de las cámaras legislativas. De este modo, el presidente es el representante formal de la nación y el máximo responsable del poder ejecutivo.
Origen y división de poderes
Un régimen presidencialista está enmarcado en una república, ya que las autoridades son elegidas por el Parlamento o por la ciudadanía para ejercer su mandato durante un cierto periodo de tiempo. Es importante tener en cuenta que, en las repúblicas, existe una división de poderes a través del poder judicial, el poder legislativo y el poder ejecutivo.
Este concepto de división de poderes data de finales del siglo XVIII, cuando se crearon el Congreso y el cargo de Presidente en la Constitución de los Estados Unidos, todo enmarcado en un sistema en el cual el pueblo era quien tenía el derecho a elegir a la persona que lo gobernaría.
El rol del presidente en el presidencialismo
El presidente, en un sistema de presidencialismo, es elegido de manera directa por el pueblo mediante un proceso electoral y dirige el poder ejecutivo según las atribuciones que le otorga la Constitución.
Hay que tener en cuenta que, aunque el poder legislativo y el poder ejecutivo son independientes, el presidente dispone de ciertas facultades legislativas especiales. En Argentina, por ejemplo, el presidente puede firmar decretos de necesidad y urgencia, que son normas con rango de ley.
Ventajas del sistema
Con el presidencialismo, en definitiva, el poder ejecutivo recae en el presidente, nombrado por los ciudadanos a través del sufragio universal. El presidente convive en el poder con el Congreso (o Parlamento), que no puede quitarle la autoridad al mandatario salvo ciertas excepciones. Esto quiere decir que el presidente no necesita la confianza o el apoyo del Congreso para dirigir el gobierno.
Los expertos en ciencias políticas suelen mencionar que, entre las ventajas que brinda el presidencialismo frente a otros sistemas, destacan la siguientes: elección directa por el pueblo, separación de poderes, decisiones y cambios rápidos, estabilidad y ausencia de dependencia del partido político. El último punto se menciona en el párrafo anterior, y a lo dicho podemos agregar que gracias a esta ventaja del presidencialismo no existe la posibilidad de que surja una partitocracia.
También conocida como partidocracia, la partitocracia es un fenómeno que tiene lugar cuando los los órganos esenciales del poder del Estado se transforman en entes que simplemente ejecutan las decisiones que los partidos han tomado por ellos. En otras palabras, se define como una forma de gobierno en la cual la soberanía efectiva es asumida por las oligarquías partidistas. Con respecto a la rapidez de acción que caracteriza el presidencialismo, se cree que estos sistemas permiten una respuesta más veloz que la del parlamentarismo ante los problemas emergentes.
Mientras que un primer ministro requiere el apoyo de la legislatura para hacer efectiva una decisión importante, la limitación del presidente es mucho menor. El término clave es la confianza, que mencionamos más arriba al hablar del presidente y el Congreso; los primeros ministros de Gran Bretaña, por ejemplo, sí necesitan que la Cámara de los Comunes confíe en sus decisiones. Por otro lado, hay quienes argumentan precisamente lo contrario: que el presidencialismo da lugar a un retraso beneficioso en la toma de decisiones gracias a que la legislatura y la presidencia estén bajo el control de partidos diferentes.