Preso es aquel que se encuentra en una prisión. Un preso, por lo tanto, es una persona que está privada de su libertad y que es obligada a permanecer en un lugar de encierro. Por ejemplo: “Estuve ocho años preso por un crimen que no cometí”, “Dos presos se fugaron de una cárcel de máxima seguridad”, “El secuestrador afirmó que, antes de ir preso, prefiere morir”.
El Estado, a través del Poder Judicial, es la entidad que determina qué individuos deben quedar presos. Enviar a una persona a la prisión es un castigo posible ante ciertos delitos: la pena debe ser confirmada tras un juicio en el que el acusado cuenta con ciertas garantías y puede ejercer su derecho a defensa.
Si el acusado es encontrado culpable y la ley indica que el castigo por el delito que cometió es un encierro en prisión, el individuo deberá pasar una cierta cantidad de tiempo tras las rejas. En ese tiempo, por lo tanto, será un preso.
La existencia de este tipo de castigo pretende reeducar al preso, actuar como disuasión para quienes piensan delinquir y cuidar al resto de los ciudadanos de los individuos que, por su conducta, pueden resultar peligrosos.
La vida de los presos
La realidad de las personas que van a prisión es ignorada por la mayoría de la población, como demuestran diversos estudios y libros escritos por exconvictos que buscan abrir los ojos de la gente con respecto a la vida tras las rejas. En primer lugar, es importante mencionar que si bien en ciertas partes del mundo como ser China, Estados Unidos, América Latina y algunos países de África las cárceles pueden ser auténticos infiernos, existen sitios en los cuales se respetan las necesidades de los presos e incluso se les ofrecen oportunidades para crecer.
Cuando un individuo es condenado a pasar un tiempo prisión, lo normal es que los jueces decidan a qué establecimiento enviarlo; para ello suelen evaluar los detalles del caso y tomar en cuenta la impresión que se llevaron de la persona durante el proceso judicial. Por ejemplo, si el crimen es una violación y el acusado se mostró violento e insolente en la Corte, es muy probable que no reciba ningún tipo de piedad y sea enviado a la peor prisión posible.
Cabe mencionar que dentro de una prisión, no todos viven la misma realidad ni reciben el mismos trato. Por lo general, estos edificios están divididos en varias alas (también llamadas pabellones), cada una destinada a un grupo de gente bien definido; dependiendo del país y de las posibilidades, es común que una de dichas alas acoja principalmente a los presos extranjeros. Las personas más violentas también suelen ser agrupadas, por lo cual su pabellón resulta mucho más peligroso que, por ejemplo, el de las personas mayores.
Las consecuencias psicológicas
En cualquier caso, pasar meses o años en una celda, aislado del resto de la sociedad, sin la posibilidad de reunirse con amigos, de dormir en una cama cómoda y cálida, de salir a disfrutar del sol y la naturaleza, entre otras tantas restricciones, tiene un precio muy alto a nivel psicológico.
Como si esto fuera poco, durante las fiestas tales como Navidad y Año Nuevo, el ánimo de los presos suele decaer especialmente, ya que la sociedad parece ignorarlos más que de costumbre.
Otro uso del término preso
Otro uso del concepto de preso refiere a aquel que se haya sometido por una emoción, un estado anímico o un sentimiento.
“Preso de un ataque de furia, el hombre golpeó al policía en repetidas ocasiones hasta dejarlo inconsciente” y “Estuve preso de la angustia durante años: por suerte, un psicólogo me ayudó a salir adelante” son expresiones que muestran esta acepción.