Pro forma es una locución latina que se refiere a aquello que se desarrolla en sintonía con una forma o una formalidad. La expresión, que suele escribirse como pro-forma o proforma, se aplica a aquellas facturas o recibos que se utilizan para justificar las operaciones desarrolladas con posterioridad a la fecha del estado de cuenta en el que se registran.
Una factura proforma puede ser aquella que se le envía a un comprador antes del cierre de la operación. No se trata de una factura real en términos impositivos, sino que es un documento que sirve como compromiso de una empresa para vender ciertos productos a un determinado precio.
La factura proforma
Este tipo de factura proforma, por lo tanto, no debe registrarse en las cuentas. Sirve para especificar en un documento una venta que aún no se ha concretado. En caso que el comprador acepte sus términos, la venta se cierra y el vendedor debe emitir la factura correspondiente de acuerdo a lo establecido por la ley.
En el ámbito del comercio internacional, la factura proforma suele entregarse en la aduana cuando la factura real no se encuentra disponible a la hora de que se produzca el envío.
La noción de proforma también aparece en el ámbito del derecho. Se trata, en este caso, de una sentencia cuya única finalidad es posibilitar el desarrollo de un proceso legal. Esta clase de sentencias obedece a una formalidad, y no a una necesidad concreta del proceso.
El concepto en la lingüística
Proforma, en el ámbito de la lingüística, es el morfema o la palabra que está en condiciones de reemplazar a un sintagma, aunque, a diferencia de éste, no tiene contenido léxico en sí mismo, sino que su referente debe ser determinado por la situación comunicativa o por su antecedente.
La situación comunicativa forma parte de la teoría de la comunicación, y hace referencia al marco o contexto, el espacio y al momento en el cual se lleva a cabo cualquier proceso comunicativo. El antecedente, por su parte, es un sustantivo, sintagma nominal (grupo de palabras que tiene un sustantivo o pronombre como núcleo) o nombre propio al que se refiere un pronombre (relativo o no). Por ejemplo, en la oración «no pude ver la película que me recomendaste», que es el pronombre relativo y hace referencia al sintagma nominal la película.
Tipos de proforma
Es posible distinguir los siguientes dos grupos de proforma:
* proforma pronominal: es el pronombre, el tipo más frecuente de proforma en nuestra lengua. Como se explica en párrafos anteriores, sirve para suplir un sintagma nominal, pero también uno determinante (cuando el núcleo del sintagma es un determinante, o sea, un morfema que le brinda especialización o cuantificación). Por ejemplo, en la oración «Necesito conseguir ese libro» podemos reemplazar el sintagma nominal ese libro por la proforma lo, «Necesito conseguirlo«;
* proforma no pronominal: se trata de un concepto que no existe en nuestro idioma, pero sirve para comprender otros como el italiano, el francés o el catalán. Su función es sustituir un sintagma preposicional, el cual tiene una preposición como núcleo sintáctico («libro de historia«, «carece de experiencia«, «vamos por allí«). En dichas lenguas, cada una con sus diferencias y particularidades, es posible reemplazar un sintagma preposicional (independientemente de cuán largo sea) por un solo morfema, similar a lo que ocurre en español con la proforma pronominal.
El adverbio interrogativo
De acuerdo con el trabajo de ciertos autores, existe un tipo de proforma que se denomina adverbio interrogativo, que comprende palabras tales como dónde, cuándo y qué, usadas para formular preguntas en nuestra lengua.
Por ejemplo: «¿Dónde dejaste tus gafas? Las dejé sobre mi escritorio«, «¿Cuándo viajaste a Japón por primera vez? Mi primer viaje fue en 1972«, «¿