Propio es un adjetivo que puede calificar a aquello que pertenece a un sujeto. Lo que resulta propio de alguien es de su propiedad.
Por ejemplo: «Maluma sigue ganando millones y ya tiene avión propio», «El hotel cuenta con estacionamiento propio a disposición de sus huéspedes», «Durante muchos años trabajé para otras personas y ahora estoy cumpliendo el sueño de tener mi propio restaurante».
Lo característico o distintivo de un individuo o de algo también puede mencionarse como propio: «Enfadarse sin motivo es propio de Santiago», «Esos son síntomas propios de esta enfermedad», «La verdad es que no esperaba una reacción semejante: esa actitud no es propia de ti».
El concepto, por otra parte, puede vincularse a lo correcto, procedente o adecuado: «Enviar flores es lo propio en estos casos», «Frente a una situación así, lo propio es poner la renuncia a disposición del jefe», «En mi opinión, lo propio sería concertar una nueva reunión para aclarar los detalles».
La noción de propio además permite construir varias expresiones. Un nombre propio es un sustantivo que se utiliza para denominar a alguien o algo específico, posibilitando una designación única y singular. Carlos, María, Chile, París y McDonald’s son nombres propios.
La idea de amor propio, en tanto, se relaciona con el afecto o la estima que un ser humano siente por sí mismo. Se asocia el amor propio a la autoestima y a la valoración de uno, aunque en el lenguaje coloquial señala el esfuerzo o la voluntad: tener mucho amor propio equivale a no rendirse ni darse por vencido.
Esta última expresión, por lo tanto, sirve para situaciones diferentes. En su primera acepción, se puede usar para criticar negativamente el exceso de respeto que otro sujeto tiene por sí mismo, aunque también un caso absolutamente opuesto. Veamos un par de ejemplos para estudiar todas las posibilidades.
Supongamos que un hombre llamado Marcos se presenta frente a sus amigos y les cuenta con total soltura que acaba de cerrar un negocio muy importante, gracias al cual cobrará una importante suma de dinero; si lo hace resaltando en todo momento que el resultado se debe a sus incontables habilidades sociales, como ser su poder de persuasión y su dominio del lenguaje, podríamos decir que sufre de «un exceso de amor propio», dado que los halagos siempre deberíamos recibirlos de forma espontánea, en lugar de adjudicárnoslos a nosotros mismos.
Por otro lado, si Marcos tuviera una actitud totalmente diferente pero el mismo talento comercial y, antes de la reunión, sintiera muchas dudas y considerara seriamente dejarla en manos de un socio, alguien que realmente lo conozca podría decirle que tiene «una falta de amor propio» verdaderamente preocupante. En ambos caso, la crianza es determinante para la definición de la autoestima, tanto si nos colman de halagos como si nos desprecian; si bien el equilibrio perfecto es imposible, los niños deberían recibir un trato respetuoso y alentador por parte de sus mayores para sentir confianza en ellos mismos a la hora de encarar sus obligaciones.
Con respecto a la segunda acepción de esta expresión, el amor propio se entiende como el mínimo grado de respeto por uno mismo que todos deberíamos sentir. A diferencia de los ejemplos anteriores, este concepto se suele usar para impulsar a otra persona a quererse un poco más, a hacerle frente a un obstáculo aunque más no sea por ese sentimiento sano del que parece carecer.
Por ejemplo, si una persona le cuenta a un amigo que la han estafado y ha perdido mucho dinero pero que no vale la pena enfrentar al delincuente, un buen consejo para ella podría ser «ir a verlo, aunque más no sea por amor propio«.