La noción de prosopopeya procede del vocablo griego prosōpopoiḯa. El término se utiliza en el ámbito de la retórica para aludir a una figura literaria que permite atribuir cualidades de los seres humanos a animales o plantas.
Personificación
El concepto también se usa para dotar a elementos abstractos o inanimados de las características propias de un ser animado. El recurso, conocido incluso como personificación, es muy habitual en el ámbito del cine y de la literatura.
Muchas criaturas de Walt Disney evidencian la prosopopeya. Tomemos el caso de los ratones Mickey y Minnie: estos roedores caminan en dos patas, hablan y utilizan ropa. Estas particularidades también pueden advertirse en otros personajes como el Pato Donald, Goofy y muchos más.
La prosopopeya es uno de los pilares de «Rebelión en la granja», una novela escrita por el inglés George Orwell. En esta historia dada a conocer en 1945, los animales de una granja se rebelan contra las personas y hasta establecen su propio sistema de gobierno, que termina transformándose en una dictadura. A través de cerdos, caballos, burros, ovejas y otros animales que hablan, Orwell recurrió a la prosopopeya para construir una alegoría y criticar el totalitarismo soviético.
En cuanto a objetos que cobran vida mediante la prosopopeya, es posible hallarlos en varios cuentos de hadas en los cuales hay hechizos o prácticas mágicas de ese tipo. En «La Bella y la Bestia», por ejemplo, aparecen un candelabro, un reloj, una tetera, una taza y un plumero que razonan, se mueven por sí mismos, conversan, etc.
Aplicada a objetos
Además de concederles cualidades propias de los seres humanos a los animales y las plantas, la prosopopeya permite hacer lo mismo con objetos, tanto concretos como abstractos o incorpóreos. Un claro ejemplo se da a menudo cuando se personifica la muerte. Esta figura literaria es precisamente de ficción, dado que su resultado no refleja la realidad como la vemos materialmente, sino que presenta una historia creada en la mente del escritor.
A diferencia de lo que ocurre cuando en una obra de ficción se aplica la prosopopeya a un animal, para hacerlo caminar en dos patas, hablar y usar ropa, su uso en objetos o cosas abstractas abre las puertas al misterio, ya que esto se puede desvelar sobre el final, por ejemplo. Si bien es cierto que también es posible ocultar las razones por las cuales un animal se comporta como una persona, o incluso hacer que lleve una «doble vida», dependiendo de que esté solo o acompañado, no sería muy útil hacerlo hablar recién en el último capítulo, mientras que sí podría resultar impactante decir que uno de los personajes principales era la muerte misma.
Subjetividad en la prosopopeya
Dependiendo del punto de vista que adoptemos, podemos decir que la prosopopeya se reduce a un recurso de personificación o bien que permite al autor mostrarnos el mundo tal y como él lo ve. No podemos negar que una cámara o un espejo no pueden tomar imágenes tales como un animal actuando como una persona o la poesía representada en forma de ser humano; sin embargo, si esto resulta «natural» para el escritor, entonces su uso de la prosopopeya es más una necesidad que un capricho estilístico.
Esto nos demuestra que incluso una figura literaria que se enmarca en el grupo de las de ficción puede tener un sentido relativamente realista para quien la usa, si le sirve para plasmar su percepción del mundo. Quizás esto no se aplique a los ejemplos más simples, que generalmente se vinculan con las obras infantiles, donde se abusa de la prosopopeya por comodidad, por saber que será efectiva en el público.