Prosperidad, del latín prosperitas, es el éxito en lo que se emprende, la buena suerte en lo que sucede o el curso favorable de las cosas. Por ejemplo: “Brindo por la prosperidad de esta joven pareja que decide iniciar un nuevo camino”, “Parece un negocio seguro, pero nada garantiza la prosperidad”, “Este país debería gozar de prosperidad, pero sus dirigentes lo han dejado en la ruina”.
La prosperidad suele asociarse a la riqueza económica y a la abundancia de bienes. La cantidad de riqueza o dinero que puede considerarse como abundante, sin embargo, es subjetiva; por eso puede definirse la prosperidad como el bienestar material que permite liberar a la persona de las angustias económicas.
La prosperidad y lo material
Una visión menos materialista resalta que muchas personas tienen riquezas pero no prosperidad, ya que no se sienten afortunadas ni creen en el curso favorable de las cosas. De hecho, sus preocupaciones económicas no se agotan, ya que dedican su tiempo a pensar en inversiones, ahorros, etc. En otras palabras, es correcto decir que la prosperidad consiste en tener aquello que una persona quiere y necesita para su vida, ya sea en el planeo material, en el plano espiritual o en ambos.
En resumen, la prosperidad no es exclusiva de las personas que tienen a su nombre grandes sumas de dinero y abundantes bienes materiales, sino que responde a cuestiones muy propias de cada una, que tienen relación con sus expectativas y sus ambiciones. Por otro lado, un individuo que no consigue satisfacer sus necesidades básicas es probable que no consiga sentirse próspero, dado que la falta de oportunidades y medios para manejarse en una sociedad puede traducirse como una vulneración de sus derechos humanos.
La importancia del orden
Existen diversos métodos y supuestos pasos secretos para alcanzar la prosperidad en la vida, algunos de los cuales están basados en el feng shui, un sistema ancestral chino considerado como una pseudociencia y enfocado a mejorar la existencia de las personas. De este antiguo legado se desprenden muchos conceptos y propuestas interesantes, aunque lógicamente no todos creen en su eficacia y muchos lo ubican al mismo nivel de un timo.
Sin embargo, sin entrar en el terreno de los pasos infalibles, que a muchos pueden parecerles tan fiables como el horóscopo que se publica en diarios y revistas, el feng shui sugiere comenzar por reordenar nuestro entorno físico; independientemente de nuestras creencias e ideas acerca de la energía y el espíritu, resulta difícil de negar la influencia negativa que una casa o un lugar de trabajo desordenados pueden tener en nuestro día a día.
Por esta razón, lejos de considerar esta iniciativa como un billete de lotería ganador, seguramente poner un poco de orden a nuestro alrededor es una buena forma de comenzar a caminar hacia la prosperidad. Pero, ¿qué puede significar el desorden y cómo puede afectarnos? Para la psicología, las condiciones de nuestro espacio privado, ya sea nuestro dormitorio, nuestra casa o nuestro escritorio, reflejan nuestro estado de ánimo, nuestras inquietudes y preocupaciones; por ello, mirar a nuestro alrededor muchas veces puede ayudarnos a descubrir cosas acerca de nosotros mismos.
El desorden que provocamos en nuestro entorno no es aleatorio, sino que en él se pueden detectar patrones bien definidos que intentan transmitirnos algo o, mejor dicho, a través de ellos intentamos alertarnos a nosotros mismos de algo. En cuestiones de la mente y los problemas emocionales no se puede generalizar, ya que un mismo comportamiento puede responder a dos situaciones diferentes en dos personas; por eso, es importante que cada uno busque entender el mensaje oculto en su propia organización y, si es necesario, las modifique para alcanzar la prosperidad.