Aquellas acciones e ideas que se interrelacionan y se llevan a cabo de forma coordinada con la intención de alcanzar una meta componen lo que se conoce como proyecto. Social, por su parte, es un adjetivo vinculado a una sociedad (la comunidad formada por individuos que comparten una cultura y que interactúan entre sí).
Un proyecto social, por lo tanto, es aquel que tiene el objetivo de modificar las condiciones de vida de las personas. La intención es que el proyecto mejore la cotidianeidad de la sociedad en su conjunto o, al menos, de los grupos sociales más desfavorecidos.
Finalidad de un proyecto social
Es importante tener en cuenta que los proyectos sociales pueden ser impulsados por el Estado, pero también por organizaciones no gubernamentales, asociaciones o incluso por empresas privadas.
Lo habitual es que un proyecto social apunte a satisfacer una necesidad básica de las personas. La mayoría de estos proyectos, de este modo, buscan promover mejoras en los campos de la educación, la vivienda, la salud o el empleo.
El concepto de proyecto social busca mantener el equilibrio entre tres puntos fundamentales que le dan sentido a su existencia: la fragilidad del individuo, que puede desembocar en una carencia, la cual debe ser resuelta a través de la responsabilidad del trabajador social. A medida que aumenta uno de sus extremos, disminuye el otro.
Clasificación según el tipo
Según la forma en la cual un proyecto social apunte a resolver las carencias de las personas, es posible clasificarlos en varios tipos, entre los cuales se encuentran los siguientes:
* los que buscan la satisfacción directa de una carencia en particular basada en las convenciones de su entorno social;
* los que ayudan de manera indirecta a que sea posible satisfacer dicha carencia;
* aquellos que buscan la mejora de ciertas situaciones por medio de la presentación de sistemas productivos nuevos;
* los que tratan situaciones que no forman parte de la norma de la sociedad en la cual se manifiestan;
* aquellos que tienen como objetivo el uso de tecnologías de la organización que permitan realizar cambios en la comunidad.
Un proyecto social, por ejemplo, puede consistir en la construcción de una sala de primeros auxilios en un barrio carenciado. Los vecinos, reunidos mediante una sociedad de fomento, realizan una colecta para poder comprar los materiales y luego construyen el recinto.
Otro proyecto social es aquel que desarrolla el gobierno de una provincia para construir viviendas populares. Dicho gobierno encarga a una serie de cooperativas que levanten las viviendas con fondos públicos: las casas, finalmente, se entregan a la población a través de un sorteo.
Qué se necesita para el éxito de un proyecto social
Para llevar a cabo un proyecto social es necesario un esfuerzo importante, que conjugue diversos elementos y recursos. En primer lugar, se debe elaborar un sistema que permita identificar y ordenar las prioridades, de manera que existan objetivos claros y que sea posible atenderlos todos. Entonces se debe proceder a conseguir las herramientas adecuadas para resolver cada problemática, ya que de nada sirve actuar sin firmeza o con las soluciones inapropiadas.
Aunque pueda parecer injusto para algunas personas, es muy importante saber escoger los problemas que tengan una solución posible con las energías y los recursos de los cuales se dispone, del mismo modo que los médicos y los rescatistas deben enfrentar la difícil decisión de salvar a aquellos que tienen más posibilidades de sobrevivir.
Además de la acción y de la observación de la sociedad, los trabajadores sociales deben reservar un momento para la reflexión y la autocrítica; solamente si aprendemos de nuestros errores y somos capaces de resolverlos estaremos en condiciones de ofrecer una mano a los demás. Evaluar el propio desempeño es un signo de humildad, uno de los valores fundamentales de toda persona que quiera dedicar su vida a la puesta en marcha de proyectos sociales.