Pudiente es un adjetivo que procede del término latino potens y que hace mención a alguien que tiene riqueza o poder. El concepto puede aplicarse a una persona específica o a un grupo social.
Por ejemplo: “Don Marcelo es un hombre pudiente que siempre ayuda a los vecinos”, “No voy a tolerar que los sectores pudientes de la sociedad se opongan al progreso de las clases bajas”, “Me gustaría ser alguien pudiente para viajar por el mundo”.
Calificación de pudiente
La calificación de un individuo o de un sector como pudiente suele depender de criterios subjetivos. Es probable que exista un consenso respecto a que las personas que tienen una fortuna de más de un millón de dólares, por poner una cifra generalmente usada como sinónimo de riqueza, son pudientes. Sin embargo, otros casos pueden ser objeto de polémica.
Una persona cuyo salario apenas le alcanza para cubrir sus necesidades básicas puede pensar que un vecino que se fue dos semanas de vacaciones es pudiente. El sujeto que salió de viaje, en cambio, no cree ser adinerado, pero sí sostiene que las personas que pueden vacacionar durante un mes son pudientes, y así sucesivamente.
En general, podría decirse que los individuos pudientes son aquellos que pueden cubrir sus necesidades, ahorrar e incluso gastar en cosas superfluas. El conjunto de estas personas compone la clase pudiente o clase alta de una sociedad.
Se puede tener en cuenta, de todas formas, que la situación económica de cada persona o grupo familiar puede variar con el paso del tiempo. De este modo, alguien que es pudiente en este momento podría empobrecerse en el futuro, o un hombre pobre podría progresar materialmente y pasar a formar parte del sector pudiente.
Méritos y privilegios
Todo esto nos lleva a entender que para ser calificado como un individuo pudiente debemos contar con ingresos económicos o con ahorros suficientes como para llevar una vida muy holgada, en la cual no existan preocupaciones relacionadas con el dinero. A continuación, intentaremos evidenciar las características más comunes de las personas que pertenecen a este sector aparentemente privilegiado de la sociedad.
La gente pudiente tiene la libertad de viajar por el mundo. Esto se menciona en uno de los primeros ejemplos como un deseo difícil de alcanzar. Si bien no todos queremos embarcarnos en viajes para visitar los distintos rincones del planeta, es un sueño bastante generalizado, en particular cuando se orienta a conocer ciudades muy antiguas, monumentos o paisajes naturales de una belleza inigualable.
Cabe señalar que no es necesario ser rico para comprar un billete de avión, ni tampoco para pagar una estadía en un hotel en el extranjero; pero con un presupuesto ajustado solamente podremos pasar unos pocos días, con las comodidades básicas y nos tomará mucho más tiempo visitar todas las ciudades de nuestro interés. Una persona pudiente, en cambio, podría organizar unas vacaciones muy extensas, que la llevaran a recorrer varios países antes de regresar.
Llegar a tener este pasar económico no es una posibilidad que tengamos todos, sino una minoría: puede darse por pertenecer a una familia muy adinerada o bien por tener un puesto de trabajo excepcionalmente bueno. Esto no significa que la gente pudiente no se merezca sus privilegios; como en todos los casos, hay quienes los consiguen con esfuerzo y tomando buenas decisiones.
Por esa razón, desear convertirse en una persona pudiente no es más que el primer paso, y debe complementarse con un plan basado en el trabajo duro, en la determinació y en un compromiso a dejar de lado ciertos momentos de ocio en pos de continuar construyendo el futuro ansiado. Con suerte, la voluntad férrea puede cambiarnos la vida.