El vocablo latino pulsātor llegó al castellano como pulsador. Así se denomina al botón o llamador que debe ser pulsado (presionado, apretado, tocado) para generar una acción.
Es posible encontrar pulsadores en una gran cantidad de dispositivos. Estos botones pueden tener múltiples tamaños y formas y es habitual que estén integrados a máquinas.
Para activar un pulsador, es necesario presionarlo o moverlo con un dedo o con la mano. En algunos casos, retoma su estado de reposo cuando el usuario quita la mano, mientras que en otros debe ser presionado nuevamente.
Por lo general, el pulsador posibilita que haya un flujo de corriente. Generalmente trabaja con un interruptor eléctrico que activa una función.
Los ascensores o elevadores son aparatos que funcionan con pulsadores. Estas máquinas se encargan de trasladar a las personas entre diferentes pisos. Supongamos que alguien se encuentra en el octavo piso de un edificio y desea utilizar el ascensor para dirigirse a la planta baja. Para esto debe acercarse a la puerta del ascensor y presionar el pulsador: una vez que el artefacto llegue, la puerta se abrirá y el sujeto ingresará para hacer el trayecto descendente.
Los timbres que permiten realizar un aviso o llamar mediante un sonido también disponen de un pulsador. Así, si alguien arriba a una casa y pretende que le abran la puerta para entrar o para comunicarse con el propietario, debe apretar el pulsador del timbre.
Cabe resaltar que, en ocasiones, se recurren a colores para evitar las equivocaciones con los pulsadores. Un botón verde, en este marco, suele dar inicio a un proceso, mientras que un botón rojo lo interrumpe.
Si bien el término es uno de los sinónimos de botón, que también puede sustituirse por tecla, al observar los ejemplos mencionados en los párrafos anteriores podemos notar que los contextos en los que se usan pulsador y botón son relativamente diferentes. Por lo general, el primero da la idea de un tamaño mayor y de estar aislado, algo que contrasta con las características de los otros dos, que pueden formar parte de una botonera o de un teclado, respectivamente.
Claro que la tecnología que hay detrás de cualquiera de estas piezas no suele ser muy avanzada, aunque hay claras excepciones. Como se describe más arriba, el pulsador tiene un interruptor eléctrico que controla un flujo de corriente; es común que en su posición de reposo impida el paso de la corriente y que recién lo permita cuando el usuario lo presiona. Esto da lugar a acciones muy simples, propias de cualquier dupla binaria como «encendido/apagado». Sin embargo, los botones pueden ser mucho más complejos e incluir tecnologías tales como la analógica para detectar diferentes grados de presión.
Una de las aplicaciones más usuales del pulsador se encuentra en los programas de televisión tradicionales de preguntas y respuestas, que reúnen a dos o más participantes frente al conductor para intentar acertar la mayor cantidad de veces y de este modo acceder al premio final. Existen muchos y con diferentes estructuras, pero todos ellos tienen en común el uso de un pulsador como interfaz entre los jugadores y el sistema informático que se encarga de detectar quién presiona primero.
Fuera del mundo del espectáculo, diferentes aparatos del ámbito industrial tienen pulsadores para activar y desactivar su funcionamiento. La lista es muy extensa ya que incluye cualquier mecanismo que se controle por medio de la fuerza de un motor en lugar de ser manipulado directamente por el ser humano. Un puente con dos posiciones, un gran portón de acero, una grúa o un elevador para cargas pesadas son algunos de los ejemplos más comunes.