Queísmo es un concepto que aparece en el ámbito de la gramática para nombrar a la utilización incorrecta de la conjunción «que», cuando debería utilizarse la secuencia «de que».
Por ejemplo: «Ya es momento que me valoren» es un queísmo ya que la expresión correcta desde el punto de vista gramatical sería «Ya es momento de que me valoren». El queísmo, por lo tanto, implica la falta de la preposición «de» cuando ésta debería anteceder a la conjunción «que» en el marco de una oración subordinada.
Aunque el queísmo implica un uso inadecuado del lenguaje, se trata de una manera de simplificar el habla que es muy frecuente a nivel coloquial. Por eso es habitual encontrarse con diferentes ejemplos de queísmos sin que se repare en el error.
Ejemplos de queísmo
«No me percate que habías entrado a la habitación» también es un queísmo. La expresión correcta, en este caso, es la siguiente: «No me percate de que habías entrado a la habitación». Claro que si hilamos más fino, dependiendo del nivel de precisión lingüística que deseemos alcanzar, el uso del tiempo pretérito imperfecto del modo indicativo (para el verbo «entrar») tampoco resulta del todo correcto, ya que es preferible optar por el pretérito imperfecto del modo subjuntivo: «de que hubieras entrado».
«Pretendo convencerme de que actué bien, pero tengo dudas» es algo que podría expresar una persona con algún conflicto moral. Dicha frase no tiene errores gramaticales. Distinto sería si el mismo sujeto comentase: «Pretendo convencerme que actúe bien, pero tengo dudas».
Regla para su descubrimiento
Una regla para determinar si hay que emplear la secuencia «de que» o sólo la conjunción «que» consiste en reemplazar la oración subordinada por el pronombre «eso». Cuando el resultado carece de sentido, es necesario utilizar «de que».
Si retomamos el ejemplo anterior, veremos que «Pretendo convencerme eso» no tiene sentido; en cambio, «Pretendo convencerme de eso», sí lo tiene. Por lo tanto, debe utilizarse «de que» («Pretendo convencerme de que actué bien, pero no tengo dudas»).
Como podemos apreciar, el uso correcto de la lengua es prácticamente una utopía que buscan solamente unos pocos, aunque ni siquiera ellos pueden alcanzarla, ya que no pueden escapar de la influencia social en las reglas gramaticales y ortográficas, entre otras de sus consecuencias. El idioma atraviesa modificaciones constantemente, tanto en manos de quienes intentan hacerle justicia como de aquellos que lo usan de forma inconsciente e irrespetuosa; en ambos casos, estos cambios suponen una inevitable evolución, responsable de que los textos centenarios sean difíciles de comprender.
El queísmo y el dequeísmo
El queísmo se encuentra principalmente en los países de América Latina, mientras que el dequeísmo, en España. Esto no es una regla de oro, ya que en ambas regiones se pueden apreciar estos y otros errores, sino que indica una tendencia mayoritaria. Un claro ejemplo de la diferencia entre ambas, aunque en este caso no se trate de un error sino de dos posibles usos, se puede observar con el verbo «informar»; en España suele utilizarse seguido de la secuencia «de que», mientras que en el resto de los países de habla hispana esto puede ser percibido como un error, si bien no lo es.
Para ejemplificar la diferencia en el uso del verbo «informar», veamos dos oraciones: «La recepcionista nos ha informado de que la biblioteca estará cerrada durante la última semana de agosto», «La tienda ha informado que no aceptará reclamos pasados los siete días del momento de la compra». Según el país en el cual se lea cada ejemplo, puede percibirse, erróneamente, un caso de dequeísmo, en el primero, o de queísmo, en el segundo. Aplicando el método antes mencionado para comprobar si el uso del verbo es correcto, podemos observar que la lengua admite «informar algo a alguien» o «informar a alguien de algo».