La quiebra es la rotura de una superficie de cierta rigidez o dureza. Esta es la primera definición del término que presenta el diccionario de la Real Academia Española (RAE). Por extensión, se conoce como quiebra a una grieta o hendidura en la tierra.
Por ejemplo: “No vi la quiebra en el terreno y, cuando pasé con el coche, pinché un neumático”, “La quiebra del panel se produjo con el cuarto o quinto golpe; recién entonces se escuchó el estallido”.
Quiebra a nivel comercial
El concepto, de todas formas, es mucho más frecuente a nivel comercial para nombrar a la acción y efecto de quebrar un comerciante. La quiebra, también conocida como bancarrota, se produce cuando una persona u organización no está en condiciones de afrontar pagos que debe realizar.
Esto quiere decir que si una empresa tiene que pagar una deuda y no tiene dinero para ello, puede declararse en estado de quiebra. Esta es una situación jurídica que implica diversas obligaciones y responsabilidades. En otras palabras, la quiebra se produce cuando el pasivo exigible a una entidad supera los activos (recursos económicos disponibles) de esta.
La declaratoria de quiebra tiene varios efectos. En principio, la persona (física o jurídica) queda inhabilitada para administrar sus bienes. Dicha administración queda en manos de un tercero conocido como síndico.
La quiebra, por otra parte, fija los derechos de los acreedores (que no pueden exigir mejoras en la situación tras la declaración de quiebra) y reúne todos los juicios pendientes contra el deudor ante un mismo juez.
Algunos ejemplos
Veamos a continuación cómo algunas de las empresas más importantes del mundo han quebrado o fracasado rotundamente en las últimas décadas:
Enron
En su momento, llegó a ser una de las más grandes compañías de gas natural, del sector eléctrico, de producción de papel y de la comunicación, a nivel mundial. Supo contar con un plantel de más de 22 mil personas. Pero después de que se probara que su éxito se debía, en parte, a la manipulación de la verdad y de los recursos, se declaró en quiebra hacia finales del año 2001.
Arthur Andersen
Fue gracias al prestigio de Arthur Andersen, fundador de la compañía Enron, que esta pudo ocultar un fraude de dimensiones colosales durante años. Pero una vez que se destaparon sus mentiras, la empresa de Andersen no tardó en caer, dado que el mercado dejó de confiar en cualquier marca relacionada con su nombre. A finales de 2002, luego de haber perdido el respeto de sus seguidores y todo su capital, se declaró en bancarrota.
Swissair
Fue una aerolínea suiza fundada en la década de 1930, que tuvo una larga vida hasta que optó por la estrategia incorrecta. A principios de los años 90, se inclinó por las alianzas con otras empresas, pero en lugar de invertir de forma consciente para ampliar sus horizontes a través de importantes colaboraciones, se dedicó a comprar pequeñas aerolíneas. Esto derivó en una profunda crisis económica que, en conjunto con la onda expansiva de los atentados del 2001 en Estados Unidos y los precios de la competencia, la llevó a la quiebra en el año 2002.
Parmalat
A principios de la década del 60, Parmalat no era otra cosa que una discreta planta de pasteurización. Sin embargo, una serie de inversiones acertadas la convirtieron en una gran multinacional. El éxito de esta empresa se basó en la misma decisión que la puso en riesgo y, finalmente, la llevó a un fracaso del cual no se recuperaría: la compra de pequeñas compañías, a base de una creciente deuda. Cuando la situación se volvió insostenible, su fundador fue detenido por fraude y esto marcó un antes y un después para el gigante de los productos lácteos.