El vocablo latino reciprŏcus llegó al castellano como recíproco. Se trata de un adjetivo que, de acuerdo a la primera acepción que aparece en el diccionario de la Real Academia Española (RAE), refiere a lo que resulta igual en términos de correspondencia de un elemento con otro.
Lo recíproco, por lo tanto, alude a una correspondencia mutua. En el lenguaje coloquial, podría decirse que lo recíproco implica dar lo mismo que se recibe.
El principio de reciprocidad aparece en el marco de las relaciones internacionales. Así se denomina a la postura adoptada por un Estado que otorga a los ciudadanos de otro Estado, los mismos beneficios y las mismas garantías que éste le brinda a los suyos.
Este principio establece un tratamiento recíproco. Supongamos que el gobierno de un país X le exige una visa a los ciudadanos de un país Y que pretenden ingresar a su territorio. Lo recíproco, en este caso, sería que las autoridades del país Y también establezcan el visado como requisito de ingreso a los ciudadanos del país X.
En la vida cotidiana, las personas suelen recurrir a intercambios recíprocos, ya sea de cosas materiales o de elementos intangibles. Tomemos el caso de un joven que recibe ayuda de un vecino; si en el futuro el sujeto que le brindó colaboración necesita algún tipo de asistencia, se supone que el muchacho que fue ayudado en su momento debería actuar tal como el otro hizo con él.
El sustantivo que se asocia con este adjetivo es reciprocidad. El diccionario de la Real Academia le otorga dos acepciones: «correspondencia mutua que tiene lugar entre dos cosas o dos personas»; «cualidad de recíproco». Como se menciona en el párrafo anterior, es importante actuar basados en este principio para que la vida se mantenga en equilibrio en una sociedad. Esto puede ocurrir en todo tipo de relaciones.
Una excepción que podemos aceptar tiene lugar entre los niños y sus padres, aunque siempre dentro de un límite razonable. Durante los primeros años de nuestra vida no somos del todo conscientes de los esfuerzos que realizan nuestros mayores para cuidarnos, pasar tiempo con nosotros y mantenernos económicamente. Comenzamos con una actitud absolutamente egocéntrica que nos asegura la supervivencia cuando más vulnerables somos, pero poco a poco aprendemos a sentir consideración por quienes nos protegen y de este modo se construye la personalidad.
Cabe resaltar que la noción de recíproco también aparece en el ámbito de la gramática. Hay pronombres recíprocos, verbos recíprocos y oraciones recíprocas, que se vinculan a relaciones mutuas.
Comencemos por analizar el significado de los verbos recíprocos. En primer lugar, debemos señalar que pertenecen al grupo de los transitivos, por lo cual la acción repercute directamente sobre otro individuo, es decir, uno diferente al que la ejecuta. Un verbo transitivo muy común en el habla cotidiana es decir, ya que no se puede usar sin un objeto directo: «Carlos dijo que vendría» (no sería correcto «Carlos dijo», ya que faltarían datos para comprender la oración).
En el caso de los verbos recíprocos, la acción no sólo afecta al objeto directo sino que también es recibida por el propio sujeto. Esto hace que solamente podamos usarlos en las personas del plural: nosotros, vosotros y ellos. Veamos algunos ejemplos: «El otro día nos encontramos por casualidad, y charlamos un rato largo», «Sé que se llevan de maravilla, por lo cual no habrá ningún problema en que compartan mesa».
Algo que tienen en común con los verbos reflexivos (aquellos en los que la acción solamente repercute en el propio sujeto) es que nos permiten agregar algunas locuciones para enfatizar los matices de su significado: «Se felicitaron (entre sí)».