Cada religión tiene sus propias características y principios; los dogmas son diferentes, al igual que los rituales y los mandamientos que deben cumplir sus fieles. Sin embargo, hay ciertos puntos que varias de ellas comparte, y uno de ellos es la reencarnación.
Este concepto hace referencia a la existencia de una esencia en el ser humano que vuelve una y otra vez a un soporte material (el cuerpo). Esto quiere decir que, tras la muerte de una persona, una parte de ésta vuelve a la vida (el mundo físico) a través de la reencarnación.
Lo habitual es entender esta esencia del individuo como el alma (el espíritu o el ánima), aunque también es posible creer que aquello que regresa de la muerte física es energía u otra dimensión inmaterial.
La reencarnación en el hinduismo y el budismo
Para el hinduismo, la reencarnación forma parte del ciclo conocido como karma. Esta es una especie de rueda o cadena en la que las acciones de la persona inciden en sus sucesivas reencarnaciones hasta que el dharma sea suficiente para dar fin al ciclo.
Algo similar sostiene el budismo, una religión que indica que sólo alcanzar el nirvana (un estado de iluminación y dolor donde no existe el sufrimiento) permite a la persona liberarse del ciclo de reencarnaciones.
El escepticismo
Muchos estudiosos aseguran que la reencarnación no es posible, pero no simplemente por no creer en cuestiones sobrenaturales, sino apoyados en una teoría casi tan difícil de desarrollar como de refutar. En primer lugar, cabe mencionar que muchas de estas personas aseguran desear con todas sus fuerzas estar equivocadas, ya que no son escépticas; sin embargo, su lado más lógico les impide dejar de sostener que no puede existir la reencarnación tal y como se plantea tradicionalmente, porque resulta aleatorio que una persona reencarnada viva a pleno tan sólo una de sus vidas.
Para entender dicha postura es necesario plantear un sencillo ejemplo: si, en el presente, un individuo se encuentra en su cuarta vida y aún le quedan otras cuatro por atravesar, ¿por qué caprichosa razón del universo tiene plena consciencia de ésta, la vive día a día, minuto a minuto, y no de las anteriores o de las futuras? ¿Acaso está atascado en el tiempo? ¿Qué hace tan especial a su actual identidad como para que ocupe toda su mente y no deje a las anteriores más que una ínfima posibilidad de manifestarse a través de un sueño o un flashback?
Esta teoría, una de las tantas que se oponen a la validez de la reencarnación, propone que una persona reencarnada debería vivir todas sus identidades a la vez, ya que cada una de ellas sólo podría tener consciencia de sí misma pero no podría existir sin las demás, de manera que todas deberían estar unidas aunque divididas. Es una postura que intenta poner en duda la aparente aleatoriedad que se desprende de creer que el presente lo es todo, especialmente para alguien que asegura haber tenido vidas pasadas.
En otras palabras, si existiera la reencarnación, todas las vidas de una persona deberían coexistir en diferentes planos temporales, todos superpuestos y gozando de la misma importancia; todos los individuos que comparten alma, tanto los pasados como los futuros, deberían poder preguntarse al mismo tiempo si han habitado otro cuerpo antes y si lo volverán a hacer. El problema que esto plantea, y el núcleo de la teoría en cuestión, es que una misma alma no podría estar en más de un tiempo a la vez.
Reencarnación en el lenguaje coloquial
En el lenguaje coloquial, la idea de reencarnación se utiliza para señalar que un sujeto resulta muy parecido, ya sea físicamente, por características de su personalidad o por ciertas capacidades, a otra persona ya fallecida.
Por ejemplo: “Este cantante parece la reencarnación de John Lennon: tiene el mismo tono de voz”, “Muchos pilotos de Fórmula 1 sueñan con ser la reencarnación de Juan Manuel Fangio”.